Pauta.cl

Alejandro Vergara 158x158

Las jornadas de reflexión de la Corte Suprema suelen ser la instancia en que los ministros, además de tratar los asuntos internos, afinan discretamente un tema que ya han conversado en los pasillos y en sus oficinas en el segundo y tercer piso del Palacio de los Tribunales: los nombres de quienes aspiran a presidir el máximo tribunal, una elección que se realiza cada dos años.

Eso ocurrió a fines de 2017, cuando Guillermo Silva dio un paso al lado en favor de Haroldo Brito, cuya elección para reemplazarlo es el próximo 18 de diciembre. Elección a la que se acaba de sumar, sorpresivamente, el vocero del máximo tribunal, Lamberto Cisternas.

Pero el encuentro de los supremos este año fue diferente. Apenas llegaron a Punta Arenas, Brito debió devolverse a Santiago a las pocas horas para hacerse cargo de lo que ya se visumbraba como una emergencia nacional. Era la madrugada del 19 de octubre, el día siguiente de que estalló la crisis social, por lo que agenda para la Suprema, como la del país, cambió totalmente de rumbo.

Hasta ese día, Silva era el juez que generaba más consenso dentro de los supremos para reemplazar a Brito. No solo porque su nombre ya había sido testeado en 2017, sino porque, de seguir la tradición en la Suprema de elegir al ministro más antiguo, le tocaría esta vez a él.

De hecho, en la víspera de la crisis social, Silva había acompañado a Brito a una reunión al Tribunal Constitucional (TC) a un misión especial, lo que fue tomado como una señal de sucesión: recomponer relaciones y distender la disputa que mantenían con el TC a raíz un fallo de la Tercera Sala, que preside Sergio Muñoz, y que señalaba que las resoluciones del Tribunal Constitucional podían ser revisados por la Suprema.

En eso estaban los supremos hasta el 18 de octubre. Y, en adelante, Brito comenzó a ocupar un lugar clave en la emergencia. Una, por ejemplo, fue acudir a la reunión del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena). Otra: integrar las citas extraordinarias de la Comisión de Coordinación del Sistema de Justicia Penal, que preside el ministro de Justicia, Hernán Larraín, y en la que también participan el fiscal nacional, el defensor nacional, autoridades de Carabineros, la PDI y el Colegio de Abogados para abordar el funcionamiento de las instituciones en el marco del estallido social.

La irrupción de Cisternas

Sin embargo, durante la crisis social no solo Brito tuvo un protagonismo incluso mayor del que exhibió en los dos años de su presidencia. Otro nombre cobró especial relevancia y visibilidad: el de Lamberto Cisternas.

"Una de las primeras instituciones públicas que tomó una posición para funcionar correctamente y garantizar los derechos a todos fue el Poder Judicial", dice Luis Cordero, profesor de derecho administrativo de la Universidad de Chile. "Haroldo Brito volvió a crecer, y el segundo rostro más expuesto del Poder Judicial, en esta etapa, fue Lamberto Cisternas. Es decir, en la crisis crecen ambos", añade.

Un hecho clave e inusual en un juez ocurrió el 30 de octubre, apenas 12 días después de que comenzó el estallido social. Cisternas dio una entrevista a CNN y dijo, como "una opinión personal" y no como vocero de la Suprema, que Chile necesitaba una nueva Constitución. El juez ahondó en el tema con PAUTA: "El clamor popular es lo más decisivo, porque la Constitución es la carta política de los países. Y si existe un clamor general, yo creo que vale la pena detenerse frente a él y hacer lo necesario para tener una nueva Constitución".

Y ahora es justamente el nombre de Cisternas el que acaba de irrumpir en la carrera para reemplazar a Brito, cruzándosele sorpresivamente en el camino a Silva, lo que ha levantado críticas. Entre ellas, la que formuló el expresidente del Colegio de Abogados Enrique Barros, quien en una carta publicada este lunes 9 en El Mercurio cuestionó el rol que Cisternas pretende darle a la Suprema en el proceso constitucional que viene.

La campaña diferente

La de Cisternas es una candidatura diferente a las anteriores en la Suprema. Esto, porque el vocero, quien jubila en abril de 2020 al cumplir los 75 años, decidió oficializarla ante el Pleno el pasado viernes 6 de diciembre a través de una carta en la que, además, mostró un programa de gobierno.

Y si para Silva esta es la última oportunidad de presidir la Corte Suprema, pues jubila dentro de dos años, Cisternas tampoco tiene otro momento: si lo eligen presidente, podrá permanecer hasta que se acabe su periodo en la testera del Poder Judicial, es decir, en 2022.

Silva es conocido por ser un juez de bajo perifl. Y en privado se jacta de que nadie sabe cuál es su postura política. Pero coincide con Cisternas en el sentido de que ninguno de los dos es parte del ala más progresista de la Corte, como es el caso de Muñoz y Brito, pese a sus diferencias.

Cistermas, aunque ya había oficializado sus pretensiones el viernes al Pleno, dio una entrevista el domingo 8 a El Mercurio contando datalles de su campaña. Reveló que antes de enviar la misiva, donde detalló varios puntos que desea implementar, notificó a Silva de su postulación.

También respondió una pregunta respecto del papel que estima que la Corte Suprema debiera tener en el proceso constituyente: "Creo que debería tener un rol más activo, un planteamiento respecto de los asuntos que directa o indirectamente incumben al Poder Judicial. Directamente, en cuál es la organización de este poder del Estado, cómo son sus nombramientos".

Y agregó: "Indirectamente, se refiere a cómo es el ejercio de sus derechos, de qué manera estos derechos pueden ser más expeditos, hacerse efectivos a través de los distintos recursos. Y aunque no seamos parte de la asamblea, del grupo de trabajo, habrá seguramente separación por secciones, y ahí podemos concurrir y decir: 'Nosotros tenemos un estudio'".

La dura crítica de Barros al juez

El anuncio de Cisternas de levantar una candidatura estuvo lejos de pasar inadvertido. Dos supremos, Arturo Prado y Carlos Aránguiz, cuestionaron su postulación en El Mercurio y, en un hecho inusual (nunca los jueces hacen públicas sus preferencias), apoyaron a Silva. Argumentaron que su respaldo no es por antigüedad, sino por capacidad. Su período original termina en 2022, cuando cumple 75 años.

El propio Silva dijo este lunes a La Tercera: "Yo puedo ser elegido, pero yo no voy a presentar candidatura a cargo alguno en estos momentos al pleno de la Corte Suprema", y aseguró: "se ha insinuado que mi único mérito es la antigüedad [lleva 11 años en la Corte Suprema], pero eso no es así".

La crítica más fuerte contra Cisternas provino de Enrique Barros. Dijo que el vocero de la Suprema justifica su candidatura "en la conveniencia de que el Poder Judicial tenga una voz en el proceso constituyente que se avecina. Pienso que esa posición es inadecuada. Porque lo menos que el país necesita en estos momentos es que los jueces asuman actitudes corporativistas. Además, es inadecuado, porque el proceso constituyente supone convenir, sin presiones de intereses, en las reglas básicas de la buena convivencia".

El abogado añadió que la tarea pública que viene es "la revisión crítica de nuestras instituciones". Luego dijo que "no es momento para voces que expresen intereses corporativos disonantes, sino para fortalecer la sabiduría y humildad que llevan a sentencias bien pensadas y fundadas en derecho".

Alejandro Vergara, profesor de derecho administrativo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, coincide en un punto con Barros y es respecto "al llamado que está en el espíritu de la carta de evitar que los jueces ingresen a la arena política. Porque la discusión de una Constitución incorpora a todas las instancias políticas, entonces la Corte Suprema, si ella misma, por impulso primero de un ministro vocero que se pronuncia a favor o no de ello, y después en la candidatura dice que se debe tener un protagonismo, es complejo. Porque uno no sabe cuál es la profundidad de esa incorporación de la Corte Suprema a esta disputa, y eso rompe en alguna medida la democracia".

A su juicio, la democracia concibe la participación de los jueces como actores que permiten la resolución de conflictos, pero no en la creación de normas nuevas. "Y si bien hay en la propia Constitución una consulta a la Corte Suprema en aquellos casos en que hay una nueva ley que signfique la alteración de las competencias, es una mera consulta. Por lo cual, los jueces en general han de mantener una lejanía de la deliberación", piensa.

Sobre la decisión de Cisternas de no seguir la tradición de elegir al más antiguo de la Suprema para ser presidente, Vergara dice que se trata de un asunto interno de la Corte y que, aunque sea poco usual, "no es ilegítimo".

Aldunate: "Candidatura tiene un tono político"

José Miguel Aldunate, director del Observatorio Judicial, destaca de la irrupción de Cisternas como candidato, la fecha. "No parece ser un buen momento, dado lo que está viviendo el país", señala.

Aldunate agrega que "lo que parece complicado de esta candidatura es que adquiere un tono más político dentro de la Corte Suprema, porque introduce una lógica un poco rara. Al final quienes eligen son los ministros, y si tenemos esta lógica de candidaturas, por qué no es así en todo el Poder Judicial y toda la ciudadanía".

El abogado UC cree que esa lógica "empieza a desvirtuar el rol que debiera tener un presidente de la Corte Suprema, pues empieza a tratar la presidencia como si fuera una candidatura política y esa lógica me parece cuestionable, por mucho que esté dentro de lo que establece la normativa".

Según Aldunate, de los tres poderes del Estado, el Judicial no debe ser político y que una candidatura con programa "desnaturaliza la función del presidente de la Corte Suprema". Y añade: "Lo peor que puede pasar en este momento es que tengamos un Poder Judicial que empiece a pensar con lógicas políticas".

Cordero: "Ha sido un buen vocero"

Para Luis Cordero, esta elección se trata de "dos disintiguidos jueces de carrera. Pero el 18 de octubre cambiaron todas las cosas". Recuerda que, hasta esa fecha, Silva el nombre con mayor llegada, pues es un juez muy respetado por carrera.

"En condiciones de normalidad, Silva probablemente era el perfil que mejor se acomodaba a la nueva etapa de la Corte Suprema. Pero a partir del 18 de octubre no solo la Corte, sino que a todas las instituciones públicas, les cambiaron los énfasis y enfoques. Entonces, hoy la pregunta es qué tipo de líder necesitan para esta etapa, donde la Corte Suprema va a cumplir un rol muy importante", sostiene.

Y explica: "Uno, porque una nueva Constitución supone discutir el tipo de Corte Suprema y dos, porque el acuerdo de la Comisión Técnica le da a la Corte Surprema un rol determinante para resolver los conflictos que se susciten en la constituyente". Según el acuerdo de la mesa técnica constitucional, cinco ministros de la Suprema, que serán elegidos por sorteo, estarán encargados de resolver los conflictos procedimentales que lleguen a ocurrir en el órgano constitucional.

Cordero destaca además que el momento que liderará el próximo presidente del máximo tribunal será clave para el país, pues coincidirá con los dos años que, de votarse a favor de una nueva Carta Fundametal en el plebiscito de abril próximo, durará el proceso constituyente.

Alejandro Vergara, en cambio, piensa que el perfl del nuevo presidente la Corte Suprema, primero, debiera ser "en un tono más moderno y buscar a alguna mujer".

Luego señala las características que debe tener el próximo líder de la Suprema: "Alguien sin estridencias, que tenga el liderazgo suficiente como para que el Pleno pueda atender aspectos básicos de la jurisdicción. Pero desde su rol principal, que es la esencia misma como creador de una fuente del derecho como es la jurisprudencia, debiera haber una mayor atención".

También recuerda que quien lidere la Corte Suprema debe retomar un asunto que está pendiente y del que se ocuparon hasta el 18 de octubre: "Aplacar el conflicto abierto con el Tribunal Constitucional".

Leer Online