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El proyecto de ley que se discute en el parlamento para regular los servicios de transporte privado como Uber y Cabify incluye la exigencia de que sus conductores cuenten con licencia profesional (Clase A1), igual a la que tienen los taxistas.

El abogado Felipe Bravo, profesor de derecho de la U. Católica y autor del artículo 'Uber y la regulación del transporte privado de pasajeros en Chile: una mirada sancionatoria y regulatoria', sostiene que las diferencias entre la licencia Clas B (no profesional) y la Clase A1 no se notan en la práctica (ver punto de vista).

Para obtener Clase A hay que tener licencia por dos años y aprobar un curso profesional de 150 horas.

6 años de licencia: Jaime Bravo, ingeniero en tránsito y dueño de una empresa de capacitación vial está de acuerdo con esta afirmación. Según él lo que falta, más que una licencia profesional, es que las empresas eleven sus parámetros de selección. 'Deberían exigir al menos 6 años con licencia Clase B para compensar horas de conducción', detalla.

Y sobre lo mismo cuenta que 'hace un par de días tomé un Uber y el conductor no tenía más de 19 años. Eso es un riesgo', detalla.

Además, cree que deben certificar 'idoneidad moral y conducta anterior intachable. Esto se logra pidiendo el papel de antecedentes (ya lo hacen) y solicitando un examen sicológico con evaluadores de conducta profesionales (solo Cabify)'.

Alberto Escobar, Máster en Seguridad Vial de la Fundación FIA y gerente de asuntos corporativos del Automóvil Club de Chile, también destaca la importancia del exámen sicológico. 'Cuando le entregas responsabilidades a terceras personas no puedes dejarlo en manos de cualquiera, habiendo un pago de por medio', opina.

Y destaca el trabajo que realiza Cabify al respecto. 'Tienen un estándar superior que no tienen ni los colectivos ni los taxistas. Primero tienen una entrevista personal y de ahí, pasan a una sicológica. Los taxistas tienen una cuando les entregan la licencia y pueden pasar 20 años sin que los vuelvan a evaluar y en ese tiempo cambia el estado moral y sicológico', afirma.

Modernizar los cursos: Escobar es partidario de mantener los cursos para obtener licencia profesional pero cree que es urgente actualizarlos. 'Incluyen clases de mecánica básica pero los motores cambiaron, ahora son electrónicos y se arreglan mediante computador', ejemplifica.

Añade que el foco debería estar 'en lo que de verdad va ocupar el conductor y mejorar la entrega de conocimiento para acabar con los analfabetos viales'. Y propone 'reemplazar las clases teóricas en salas por e-learning para facilitar la entrega de conocimientos'.

Álvaro Miranda, ingeniero en tránsito y académico de la U. Tecnológica Metropolitana, también es partidario de mantener el curso pero 'es necesario mejorar las plataformas tecnológicas para enseñar. Hay solo tres escuelas con simuladores', afirma.

Elevar los estándares: Gabriela Rosende, secretaria ejecutiva de Conaset, afirma que esta exigencia se aplicaría para 'elevar el estándar de los diversos medios de transportes y generar mayores condiciones de seguridad para los pasajeros. Además, es la normativa que se exige para todo el transporte público y el proyecto apunta a generar esas mismas condiciones para el desplazamiento remunerado a través de plataformas'.

Y añade que 'el proceso de obtención de una licencia profesional es mucho más exigente. Se revisan los antecedentes y capacidades del conductor cada 4 años y no cada 6 como en las no profesionales'.

Felipe Contreras, gerente de comunicaciones corporativas de Uber, opina por su parte que 'la seguridad y calidad de la conducción son puntos que en Uber nos importan mucho. Creemos que es posible establecer otros requisitos adicionales a los conductores que no impliquen una barrera de entrada en costo y tiempo de tramitación, como la licencia de conducir profesional, y que apunten a aumentar la calidad de conducción. Una medida como ésta es excesiva, considerando que 65% de quienes manejan en Uber conducen menos de 10 horas por semana', sentencia.

Felipe Bravo: Los pasajeros deciden

Si yo manejo con mi familia y conduzco por todo Chile con una licencia clase B, ¿qué justifica que a los conductores de Uber y Cabify le pidan una licencia profesional y a mí no? La respuesta es que la licencia profesional garantiza la seguridad de los pasajeros.

Es una buena razón, pero insuficiente. Los conductores de Uber tienen licencia clase B -la misma que usted y yo- y los taxistas, Clase A –profesional. Pero los primeros, en cambio, tienen servicio al cliente eficiente, autos con sistemas de seguridad modernos, precios conocidos y formas de pago electrónico, seguimiento vía GPS, verificación de la identidad del conductor y pasajero. Esto también es seguridad para el usuario y ninguna de esas características es cumplida por los taxis.

Los autos particulares son cada vez más cómodos y más seguros, pero los taxis en circulación no están obligados a cumplir con normas de emisión de contaminantes modernas, ni con sistemas de seguridad como airbags, o frenos ABS.

También es seguridad para el usuario que sus reclamos sean resueltos, ¿pero es eficiente la fiscalización del gobierno a los taxistas para evitar los abusos? Nosotros somos los más interesados en proteger nuestra seguridad cuando somos pasajeros de un auto.

La pérdida de clientes de los taxis es muestra de nuestra decisión de preferir la seguridad y calidad de empresas privadas, y no la aparente seguridad de una licencia de conducir profesional y una patente naranja con negro.

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