Diario El Día de La Serena

Alejandro San Francisco 158x158

Los últimos datos dicen que la cesantía a nivel nacional aumentó a un 6,6%, y además que se produjo un desplome en la actividad industrial, marcado especialmente por la situación de la minería. Chile no es un país que esté en crisis económica ni mucho menos, aunque los números y la realidad indiquen desde hace algunos años una caída importante y sistemática en inversión, empleo y crecimiento. Pero hay dos problemas importantes que es necesario considerar, uno doctrinario y el otro práctico.

En lo primero se ha producido un cambio importante: después de cuatro décadas en que la propiedad privada, la libre iniciativa económica y social, y el principio de subsidiariedad eran los motores del progreso, hemos llegado a una situación de desconfianza hacia esos criterios, con un crecimiento permanente del Estado en los más diversos aspectos del desarrollo nacional, en sus organismos, en la burocracia y en sus recursos.

El segundo es que Chile sabe lo que es crecer y alcanzar niveles antes insospechados de progreso, conoce lo que es ponerse metas altas, disminuir la pobreza, aumentar las oportunidades para todos. Por eso el país se acostumbró a estándares más altos, y crecer al 1,5% -como parece que ocurrirá nuevamente este 2017- sólo indica una vulgar mediocridad, como lo es acostumbrarse a aumentar las tasas de desempleo. El desarrollo económico no es un prurito economicista, sino que responde a una condición necesaria para el progreso social, como prueba la historia de los países más avanzados. No entender esto y obrar en consecuencia es condenar al país a una medianía y a los chilenos a menores posibilidades de una vida mejor. Por eso se requiere un esfuerzo especial de renovar las convicciones a favor del progreso económico y social, así como tomar medidas -de carácter tributario, de organización del Estado, de promoción de la empresa- que permitan retomar el camino que en su minuto puso a Chile a las puertas del desarrollo y permitió disminuir la pobreza como no lo ha hecho ningún otro país en la región.

Convicciones y acciones para volver a poner a Chile en la senda del desarrollo económico y el progreso social.