Diario El Día de La Serena

Alejandro San Francisco 158x158

Este miércoles 19 de abril se realizó un nuevo censo, en una tradición nacional que se remonta a los años de la Independencia.

Como suele ocurrir, hubo críticas y problemas, pero en general se desarrolló dentro de los cánones propios de lo que se denomina un espíritu republicano, en la convicción de que es bueno para Chile saber cuántos somos, cómo vivimos y otras preguntas que en esta ocasión no se hicieron -al ser un censo abreviado, tiene menor información- que nos permiten contar con datos amplios y razonablemente rigurosos.

Una mirada histórica nos permite apreciar interesantes tendencias que explican modificaciones en la composición de la sociedad, sus creencias, lugares de habitación y distribución geográfica de la población. Veamos algunas de ellas. En primer lugar, la transición del campo a la ciudad. En el siglo XIX la población rural era ampliamente mayoritaria, lo que sólo se revirtió en el censo de 1940, provocando una serie de problemas en las ciudades, como las poblaciones 'callampas' y la falta de acceso a ciertos bienes básicos, como el agua potable y alcantarillado. En la actualidad, más del 80% de la población vive en ciudades. Un segundo aspecto es la progresiva centralización poblacional del país. En el censo de 1907, Santiago representaba en torno al 15% de la población nacional; en 1952 había subido casi al 30%; el 2002 la Región Metropolitana ya superaba el 40% del total nacional, en una tendencia que pareciera no tener vuelta.

Un tercer tema es la evolución de las creencias religiosas. En el censo de 1907 el 98,05% de los encuestados se declaraba católico. En 1970 el porcentaje había disminuido llegando cerca del 80%,mientras que a comienzos del siglo XXI ya había bajado del 70%. El mayor crecimiento lo experimentaron los evangélicos, que el 2002 representaban el 15,14% de la población, así como también habían aumentado las personas sin religión. Un último factor, ciertamente muy preocupante, es el envejecimiento de la población. Esto requiere estudios y decisiones, pero lo central es que hay menor natalidad y que los chilenos han aumentado la esperanza de vida. La tendencia explica que hacia el 2020 habrá tantos niños como adultos mayores. Si los censos permiten desarrollar políticas públicas, este es un gran tema para comenzar.

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