Diario El Día de La Serena

Alejandro San Francisco 158x158

Esta semana fui invitado a inaugurar el año académico de los posgrados de la Universidad Santo Tomás, en La Serena. El tema era 'El liderazgo en el siglo XXI', de gran relevancia en momentos en que Chile enfrenta nuevos desafíos sociales que deben ser resueltos con inteligencia y decisión.

Muchas veces pensamos que los líderes son figuras extraordinarias, lejanas y con poder.

Esto muchas veces lleva a olvidar la importancia de desarrollar liderazgos en los diversos ambientes: es claro que la educación o la salud, la política o la empresa privada, progresarían de gran forma con la presencia de líderes con virtudes personales, formación intelectual, capacidad de diálogo y genuina vocación de servicio público.

Sin embargo, esto no sería posible si no la sociedad no fija objetivos ambiciosos y claros.

En el caso de Chile, una dimensión natural del progreso social es avanzar hacia una verdadera regionalización, que tenga la convicción de que el país será mejor si tiene diversas zonas de gran desarrollo.

En la Región debería haber algunas tareas específicas.

Por ejemplo, la decisión de tener una o dos universidades entre las diez mejores de Chile: esto implica muchos recursos, capital humano, apoyo estatal y compromiso privado. Pero nada es tan importante como el liderazgo de muchas personas y la decisión inclaudicable de avanzar en esa dirección. Y así podría haber otros objetivos ambiciosos y claros, como hemos señalado.

Esto nos lleva a un último aspecto: estos desafíos exigen unidad de acción y capacidad de integración, e implican dejar de lado los sectarismos e ideologismos.

Trabajar con los que piensan distinto en algunos temas, o que pertenecen a otras corrientes políticas o ambientes, no sólo es posible, sino absolutamente necesario.

Para esto se debe hacer un esfuerzo adicional de persuasión, para convencer a los timoratos y escépticos, y que sea capaz de revertir tendencias consolidadas y que parecen difíciles de cambiar.

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