Revista Ya

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Todo partió cuando abrió el diario. Era principios de 2015 y estaba buscando ofertas de trabajo. Quería tener su plata, mientras en paralelo estudiaba una carrera que prefiere no mencionar. Tampoco quiere dar su nombre, ni su edad. Se identifica como Pamela, un nombre ficticio, y por su físico debe tener unos 25 años.

Entre los anuncios vio una oferta atractiva. Llamó por teléfono y al día siguiente acordaron una hora para la entrevista. Pamela, de ojos negros almendrados, facciones angulosas y alta estatura, llegó al lugar del encuentro con su cartera, le pasó su currículum con sus datos al entrevistador, y comenzaron las preguntas.

-Al principio hablamos del trabajo, y de repente me empezó a decir que estaba linda. Yo como que me hice la tonta, pero me volvió a decir que me encontraba linda. Entonces me puse nerviosa. Le dije que nos estábamos yendo del foco de la conversación, que mejor me iba a retirar.

Pamela se paró de la silla, pero él la retuvo. La agarró del brazo y le dijo que se quedara. Ella se negó, se agachó a recoger su cartera y cuando se incorporó vio que él sacó un arma de fuego.

-Ahí me paralicé. Me obligó a sacarme la ropa, mientras me decía que me iba a matar. Yo estaba aterrorizada, no podía moverme, solo me atreví a pedirle que se tranquilizara.

Durante varios minutos, Pamela permaneció retenida bajo amenaza. Él la violó, luego pidió que se vistiera y le robó su cartera. Sin dejar de apuntarla la subió a su auto, de una marca que ella aún recuerda. Después de avanzar unas cuadras, le dijo que se bajara y que caminara sin mirar atrás, porque si miraba él le iba a disparar.

-Caminé rezando el Padre Nuestro, pidiendo en silencio que por favor no me matara.

Al llegar a la primera esquina, caminando lentamente dobló. Dio unos pasos más y comenzó a correr.

Los modus operandi

Sentado en una oficina de muros blancos en el Servicio Médico Legal, el doctor Jorge López, director regional metropolitano del servicio, dice que en el 60% de los casos de delitos sexuales a mayores de edad el agresor es un conocido, y el 40% es un desconocido. Como fue el caso de Pamela.

Según la Fiscalía Nacional, en 2015 hubo 5.252 violaciones y 12.735 abusos sexuales, un total de 19.193 delitos sexuales (esta cifra incluye todos los delitos de esta índole, como producción de material pornográfico de menores de edad, prostitución de menores, y otros). De estos, la mayor parte de los casos son menores de edad, solo un 20,2% corresponde a víctimas mayores de 18 años. Pero la violencia sexual tiene un gran componente de género: según cifras del Servicio Nacional de la Mujer, el 90% de las agresiones sexuales a personas adultas son a mujeres.

El tema está en cuán exactas son las cifras. La doctora María Luisa Alcázar, del Ministerio de Salud, estima que solo entre un 18% y 25% de los delitos sexuales se denuncian, como lo hizo recientemente la deportista Érika Olivera, a revista Sábado. El resto es una gran cifra negra.

Según Fiscalía también, en contraste a los casi 20 mil delitos que se presentaron en 2015 por agresión sexual, ese año solo se dictaron 2.230 condenas. Las penas por violación a mayores de 14 años van desde cinco años y un día, hasta 15 años, explica el abogado penalista Cristóbal Bonacic, profesor de Derecho Penal de la Universidad Católica, quien además trabajó tres años en la unidad especializada en delitos sexuales y violentos en la Fiscalía Nacional.

Y agrega un detalle:

-La mujer no puede ser técnicamente violadora, porque lo que la ley sanciona es el acceso carnal anal, vaginal o bucal. Una mujer podría intimidar a un hombre para que él la acceda a ella, pero eso no se considera como violación, sino que se sanciona por la vía del abuso sexual.

El doctor Jorge López, del SML, cuenta que en sus casi 20 años en el servicio, ha hecho más de 3.500 peritajes sexológicos a víctimas que denuncian, lo que le ha permitido identificar tres modus operandi que se repiten en los casos de violación:

Primero: Una mujer va caminando por la vía pública. Un hombre desconocido la abraza por el costado mientras la presiona con un objeto, que la mujer asume es un arma cortante o de fuego. Sin dejar de abrazarla la lleva a un sitio eriazo. Ella se paraliza, y él aprovecha las circunstancias para violarla.

Segundo: Una mujer en situación de calle circula por la ciudad. Se mueve por diferentes barrios, y en distintos sectores es violada reiteradamente.

Tercero: Una mujer está en una fiesta familiar. La invitan a quedarse a alojar en la casa. Después de haber bebido alcohol, ella decide irse a dormir. En medio de la noche la mujer despierta, y se da cuenta de que un familiar está sobre ella. Forcejeándola, finalmente ella hace lo que él quiere.

-Dejando de lado las sicopatías y los que tienen antecedentes, en general no hay un perfil del violador. Puede ser un persona que tiene un comportamiento social normal -describe el doctor López.

Los protocolos

Corriendo Pamela llegó a una estación de Metro. Estaba llorando, y desesperada les pidió un teléfono a unos carabineros para llamar a alguien de su familia. Mientras, le preguntaron qué le pasaba. Ella no quería decir nada, pero finalmente dijo que la habían violado.

Minutos después llegó un familiar y un retén móvil. El familiar y los carabineros trataron de convencerla de ir a la comisaría. En los casos en que la víctima de una agresión sexual es mayor de edad, por ley, es decisión del agredido hacer la denuncia o no.

-Yo no me quería subir al auto, estaba histérica. Pensaba que él podía estar mirando y que me podía hacer algo. Me dijeron que no tuviera miedo, que tenía que denunciar, porque sino él se iba a salir con la suya.

Finalmente, hizo la denuncia. Dice que fue una declaración saltada, sin un orden lógico o coherencia, sino que una descripción de lo que iba recordando, de lo que se le venía a la mente. No paraba de tiritar y llorar.

Después de denunciar el hecho en Carabineros, la llevaron al SML -que funciona en Santiago las 24 horas, los siete días de la semana- a hacerse el examen sexológico. Al llegar lo primero que le impactó fue que en la sala de espera había cinco niños con sus mamás esperando para que les hicieran el mismo examen que a ella. Eso la descompuso. Al rato, la llamaron para ser atendida.

-Cuando entré a la sala me sacaron mi ropa, toda la parte de abajo (pantalón y calzón). Me subieron a una camilla, donde me tomaron muestras biológicas y me sacaron fotos. Me sentí un poco transgredida con el examen, pero sabía que era para ayudarme. Después me dieron la pastilla del día de después, y un tratamiento para prevenir infecciones. Ellos se quedaron con mi ropa, como evidencia, y me pasaron otra que tenían ahí.

Al salir del SML, el familiar que acompañaba a Pamela le ofreció un sándwich y un jugo para que comiera algo. Ella dijo que no. No tenía hambre, no podía comer. Lo que sí quería era un cigarro. Antes ella no fumaba, pero sentía que era lo único que quería. Se fumó un cigarro, tras otro. Desde entonces, no lo ha dejado.

-Yo no podía creer que me estuviera pasando esto a mí -dice Pamela, dándole a su rostro un gesto sombrío.

Hasta la reforma procesal penal el peritaje se hacía solo en el SML por orden de la fiscalía. Pero con la reforma se estableció que los servicios de salud públicos y privados también podrían hacer el examen.

La doctora María Luisa Alcázar, dice que desde entonces en los Servicios de Salud han estado acogiendo a víctimas de delitos sexuales. Pero no existe una estadística pública sobre cuántas han recibido, ya que están incluidas dentro de las violencias en general, que registra desde un atropello a una violación.

Una ginecóloga que lleva varios años recibiendo a víctimas en el Servicio de Salud es la doctora Marianela Rubilar. Comenzó en 2009 cuando llegó al hospital de Puerto Aysén, y después al regional de Coyhaique a partir de 2010. Ella, quien ha hecho más de 80 peritajes sexológicos, muchas veces fue la única ginecóloga de turno en los hospitales.

-En general, en la urgencia las víctimas que llegaban tenían que esperar un par de horas para ser atendidas, porque al mismo tiempo tenía que ver partos y urgencias en pabellón. Y esa espera es muy victimizante -dice la doctora al teléfono desde Coyhaique.

En ese entonces la doctora Rubilar, como la mayoría de los médicos del Servicio de Salud, recibía a las víctimas sin haber tenido una capacitación sobre cómo hacer un peritaje sexológico, y tampoco cómo enfrentar a un juzgado cuando los llamaban a declarar por algún caso.

-En los juzgados me asustaba mucho, sentía la sensación de ser cuestionada por mi trabajo, y la defensoría te interroga para que trates de confundir tu relato o que tengas temor -agrega la doctora.

A fines de 2014, el Ministerio de Salud por primera vez organizó una capacitación, y lo hizo en conjunto con el Centro Chadwick para Niños y Familias de San Diego, Estados Unidos, especializado en abusos, quienes vinieron especialmente a Chile a ayudar con los protocolos.

Durante ese tiempo, se les enseñó a los doctores cómo debía hacerse un correcto peritaje sexológico, cómo realizar una cadena de custodia, cómo rotular las evidencias de ropa, las muestras orgánicas, y también cómo enfrentar a un tribunal a la hora de declarar. En total se graduaron 48 médicos: 34 del Servicio de Salud y 14 del SML. Entre ellos la doctora Rubilar.

El Ministerio de Salud también hizo una capacitación al personal de urgencia para enseñarles cómo contener emocionalmente a las víctimas, y establecieron una red asistencial para que dentro de los hospitales las personas agredidas sexualmente fueran derivadas a salud mental o con matronas, dependiendo del caso.

Además este último año se ha estado trabajando en unas nuevas salas en los hospitales para recibir a estas víctimas, llamadas Unidades de Clínica Forense, que se están comenzando a instalar, pero aún no se ha inaugurado ninguna.

Por su parte, el SML pronto lanzará un proyecto con camionetas equipadas como box ginecológico para atender a los agredidos sexualmente en zonas aisladas, destinando una camioneta para cada región.

Mitos y prejuicios

Ese día Pamela llegó de vuelta a su casa cerca de las tres de la mañana, después de haber pasado por la comisaría, el SML, y haber hecho un recorrido con detectives por los lugares en que ocurrió todo. Llegó a ducharse.

-Me sentía sucia. Esa semana me duché unas diez veces al día. No quería salir de mi casa. Como él tenía mis datos estaba aterrorizada de que me encontrara, y que me hiciera algo a mí o a mi familia, porque me había amenazado de que si yo decía algo él me iba ir a buscar. Fue un temor que me duró mucho tiempo.

Durante tres meses Pamela no se atrevió a salir de su casa. En ese período se tiñó el pelo negro, para que el agresor no la reconociera. A pesar de que dormía mucho, tenía pesadillas, y estaba siempre cansada. Dejó de lado sus estudios y pasaba las horas comiendo. Llegó a subir hasta 30 kilos el año pasado.

-Fue como que se murió algo de mí. Me demoré mucho en volver a salir, y cuando salía lo hacía acompañada -dice bajando la mirada.

En ese tiempo, los detectives le pidieron que hiciera reconocimiento de rostros. Le mostraron unas quince fotos, hasta que apareció la cara del agresor y Pamela lo reconoció. Unas semanas después la llamaron de Fiscalía a declarar.

-Sentí un tema de prejuicio. La abogada que me entrevistó y me tomó la declaración, como que le bajó el perfil a lo que me pasaba, y me hizo sentir mal. Me dijo 'Ay, si no es tan terrible. Para qué fuiste a una entrevista de trabajo así'.

Pamela salió llorando de esa reunión.

El doctor López del SML dice que le ha tocado ver en varios estudios que existen ciertos mitos y prejuicios hacia las mujeres agredidas sexualmente, y que en general están relacionados con la poca denuncia que hay.

-Muchas mujeres no denuncian porque se sienten culpables de haber "facilitado" que el agresor las violara. Un mito es que la mujer estaba bebiendo y que por eso se expuso a ser agredida. Eso no lo justifica. Otro mito es que la mujer se vistió muy atractiva o usó ropa muy provocativa, o también que no tomó las precauciones de saber que andaba en un lugar peligroso, lo que tampoco son razones para que sean agredidas.

A la doctora Rubilar le tocó presenciar casos en los que se recriminaba a las mujeres víctimas de agresiones sexuales por los mitos que menciona el doctor López del SML.

-Las jóvenes son muy cuestionadas cuando ocurren situaciones en una fiesta, en donde se exceden con el alcohol. Les han dicho burlescamente 'para la otra vez cuídate del copete', o 'por qué estabas vestida así'. Las culpan por la vestimenta, por haber estado en ese lugar, en ese momento. Y es peor cuando ese cuestionamiento viene de alguien como la familia o de los mismos médicos.

En el caso de las clínicas privadas, como la Clínica Las Condes, la razón por la que llegan mujeres a pedir un examen sexológico está relacionada también con el consumo de alcohol. Pero el ginecólogo Andrés Pons explica que son pocos los casos que reciben. En general, no son más de seis al año, un número muy bajo comparado a la cifra nacional.

-La mayoría son mujeres que llegan de madrugada o al día siguiente, y no recuerdan lo que pasó en la noche. Algunas están con alcohol, otras sospechan que les hayan metido algún medicamento en el trago, pero no están seguras y generalmente es solo una duda -dice el doctor Pons.

El juicio

Después de más un año de investigación, finalmente se hizo un juicio oral por el caso de Pamela. Hace un mes, entró a la sala del juzgado y vio al agresor por segunda vez en su vida. Dice que sintió una gran angustia. Él no la miró nunca. Ella hizo su declaración, estaba nerviosa, lloró en algunos momentos y le sudaban las manos.

-Me pasó que en vez de sentir miedo, me dio rabia, porque la persona que estaba a cargo le empezó a dar agua a todos los de la sala, y le dio agua a él. Y ahí yo pensé: por qué este tipo que me iba a matar, que me robó, que me violó, está sentadito tranquilo ahí y le están dando agua.

Finalmente, se condenó, en primera instancia, al agresor con la pena mínima: cinco años y un día de cárcel.

-El año pasado pasé la peor etapa de mi vida, todavía no estoy recuperada, me ha costado un mundo volver a tomar las riendas de mi vida, no he podido tener una relación con alguien, me cambiaron muchas cosas. En su momento me costó hablar de esto, pero hoy si lo cuento es para ayudar a otras mujeres, para que no les pase lo que a mí me pasó, y que si les pasa, que tengan las agallas para poder hacer algo.

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