El Mercurio

Cristóbal Orrego 158x158

Señor Director:

Genaro Arriagada, en una columna publicada días atrás, presta un invaluable servicio a los que se oponen al proceso de paz en Colombia, que incluye una amnistía por delitos cometidos por los guerrilleros. Explica que es el precio a pagar por la pacificación en el trato tanto con dictadores como con guerrilleros. También dice que se deben sacrificar los principios purísimos en pos de salvar hombres. Sin embargo, no deja de recordar que algunas amnistías, como las de los crímenes de guerra o de lesa humanidad, siempre "son inaceptables". Esos son los que, al parecer, solamente podrían haber cometido los funcionarios y paramilitares de derecha. Y los modelos de transición, que él alaba, incluyen a Argentina y Chile.

Los colombianos deben saber, con certeza, que en estos dos países se aceptó inicialmente la amnistía de los militares, incluso por los ex Presidentes Aylwin, quien solamente pedía que se investigaran los crímenes antes de aplicarla, y Alfonsín, promulgador de esas leyes. De nada sirvió, porque la izquierda política y judicial ha logrado imponer la tesis de que las amnistías no valen para uno de los lados en el proceso de transición. Hoy hay militares presos y terroristas libres.

Si los colombianos aceptan esas condiciones, deben saber que el ex Presidente Álvaro Uribe probablemente terminará en la cárcel, como máximo responsable de los crímenes cometidos por militares, y a él lo acompañará un número indeterminado de ex militares y civiles de derecha. Al mismo tiempo, los ex guerrilleros llegarán al poder de manos de la impunidad.

No son, pues, razones de principios puristas los que aconsejan rechazar el plan ingenuamente aprobado por el mundo entero, sino razones prácticas: esos acuerdos no podrán ser honrados por la izquierda política y judicial de Colombia, como dice Arriagada: porque algunos crímenes no pueden ser amnistiados. Debe rechazarse el plan porque el purismo de izquierda no es confiable en una negociación política.