El Mercurio

Cristóbal Orrego 158x158

Señor Director:

El discurso del Papa Francisco ante el Congreso Pleno de los Estados Unidos de América del Norte fue profundo y conmovedor. Revela también el grado de civilidad de sus anfitriones.

Los congresistas norteamericanos aplaudieron al Papa Francisco a rabiar, con un afecto que se elevaba por encima de evidentes diferencias de opinión religiosa, moral y política. El mensaje del Papa también habló desde la civilidad apelando a la historia y a los valores compartidos con la humanidad, de una manera equilibrada y profunda.

El Romano Pontífice no tuvo que callar nada sobre los temas que más dividen a los estadounidenses, desde la protección de la vida humana en todas sus etapas de desarrollo -con referencia implícita al aborto y explícita a la pena de muerte- hasta la defensa de los inmigrantes, la creación y distribución de las riquezas, el cuidado de la casa común, la justicia social y el matrimonio y la familia.

En Chile también contamos, gracias a Dios, con personas que, lejos de un anticlericalismo fundamentalista y de un clericalismo fanático, saben tratar sus diferencias -aun sobre asuntos gravísimos- con esa misma civilidad. Esperemos que, en ese proceso, arribemos también a soluciones justas como las que propone el Santo Padre, concretadas de formas creativas y técnicamente bien diseñadas.