Diario Financiero

Hernán Salinas 158x158

El próximo 11 de septiembre se celebran catorce años de la aprobación de la Carta Democrática Interamericana por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos(OEA). Esta ocasión es un buen momento para efectuar una evaluación de su contribución al fortalecimiento de la democracia en el continente.

La Carta cuyo objeto es preservar y proteger la democracia en las Américas, constituye un elemento central de la identidad y del propósito de la OEA, un pilar básico del sistema y el accionar interamericano en materia de promoción y defensa de la democracia. Asimismo, es el instrumento jurídico y político más completo con el que cuenta la OEA para promover los principios y las prácticas democráticas y también para guiar sus decisiones y acciones frente a situaciones de crisis y de ruptura del orden democrático al contemplar mecanismos colectivos al efecto.

La Carta establece una concepción integral de la democracia representativa que resguarda tanto la democracia en su origen como en ejercicio, según lo cual, un gobierno no debe solamente ser elegido democráticamente, sino gobernar también democráticamente. En efecto, si bien la Carta no define la democracia representativa, si contiene lo que constituyen los elementos esenciales y los componentes fundamentales de su ejercicio que justifican la referida concepción integral. Esto es particularmente relevante en nuestro continente, donde el caso de Venezuela constituye el ejemplo más claro del deterioro de la democracia en su ejercicio.

Ahora bien, a casi catorce años de la aprobación de la Carta Democrática Interamericana ésta ha demostrado que su mecanismos de acción colectiva para la protección de la democracia presentan deficiencias que han debilitado su accionar sin perjuicio también de la falta voluntad política de los órganos políticos de la OEA como asimismo del secretario general, en particular, cuando el deterioro del régimen democrático proviene de la acción de los gobiernos de los países del ALBA.

Esto plantea la necesidad de mejorar la implementación de los mecanismos antes indicados, principalmente en sus aspectos preventivos, lo que implica fortalecer la acción del Secretario General de una manera más dinámica, proactiva y flexible en dicho ámbito, a fin de fortalecer su capacidad para asistir a los Estados Miembros ante procesos de gestación de crisis político –institucionales como también en los procesos de post-crisis.

Ello en particular, considerando que la Carta de la OEA le otorga al secretario general la facultad de llevar a la atención de la Asamblea General o el Consejo Permanente cualquier asunto que, en su opinión, pudiese afectar la paz y seguridad del Continente o el desarrollo de los Estados miembros y que la democracia representativa constituye un propósito y principio de la referida Organización. En apoyo del accionar del Secretario General se sugiere la creación de mecanismos de "alerta temprana" o de seguimiento de la evolución de la democracia en el Continente, a lo debe unirse la necesaria voluntad política de la OEA en orden a perseguir un adecuado e integral resguardo y protección de la democracia en la región.