El vicedecano Ricardo Irarrázabal participó en conversatorio entorno a la encíclica Laudato Si, explicando las razones por las que debemos cuidar el medio ambiente bajo la óptica de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI).

"Lo que una vez fue una cuestión social, Rerum Novarum, hoy se transforma en una cuestión ambiental, Laudato Si y con ello pasamos de una concepción biocéntrica en que cuidamos el medio ambiente porque es bueno, a una concepción antropocéntrica basando ese cuidado en tanto afecta a otras personas", señaló el vicedecano Derecho UC y exsubsecretario de Medio Ambiente, Ricardo Irrarázabal al dar comienzo a su exposición sobre la nueva encíclica del Papa Francisco en el encuentro "Café Con" organizado por de la Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC).

Irarrázabal invitó a comprender el contexto en que se genera esta discusión de por qué cuidar el medio ambiente bajo la óptica de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). "Estas enseñanzas han puesto una constante atención en la historia del hombre, dejándose interpelar por los eventos que en ella se han producido. Con esto, la DSI deja ver su capacidad de renovación continua, manteniendo idéntica su inspiración de fondo", manifestó.

Laudato Si y sus llamados

El llamado y los principales ejes de la encíclica son: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está interconectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida individual y colectivo.

Es así como la encíclica pone el acento en que los pilares medioambientales y económicos deben subordinarse a la dimensión social pues se relacionan con la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, realizando una invitación a una ecología integral y a una imperiosa necesidad de humanismo y de solidaridad intergeneracional que lleve el concepto del bien común a las nuevas generaciones. Invita también a la gradualidad para los países en vías de desarrollo y a comprender el sentido humano de la ecología al igual que el concepto de lo que implica el desarrollo sustentable. Para Ricardo Irarrázabal, todo lo anterior tiene que ser potenciado por una educación y espiritualidad ecológica, a modo de que valoremos lo que el Papa ha llamado la "casa común".

Información periodística y fotos: USEC