La Tercera

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Se ha criticado la decisión de no firmar el Acuerdo de Escazú. Algunos creen que, si no se hace ahora, Chile no podrá nunca adherir a este tratado, pero eso no es así. La decisión del gobierno refleja la prudencia de quien quiere probar un producto antes de comprarlo. Ello es razonable, porque Escazú crea órganos que definirán, en la práctica, cómo se aplicará este tratado. Además, estos órganos podrán dictar recomendaciones de soft law, las que muchas veces son interpretadas a nivel nacional -erróneamente- como si fueran vinculantes. Por otro lado, este tratado debe aceptarse "tal cual", pues no admite hacer reservas o excepciones, a diferencia de la mayoría de los tratados multilaterales. Por último, una vez que un Estado exprese el consentimiento en obligarse, estará amarrado por cuatro años, sin poder retirarse del tratado. Por eso, la decisión del gobierno es de cautela, y si sus temores prueban ser infundados, Chile podrá rectificar.