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Ellos son Ana María Celis, doctora en Derecho Canónico y académica de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, y el padre Heriberto Cabrera, doctor en Teología Práctica y académico de la Facultad de Teología de la misma casa de estudios.
Requisitos canónicos y legitimidad de la elección
Desde la perspectiva jurídica, el cónclave se rige por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis (UDG), del Papa Juan Pablo II. Ana María Celis explica que “una vez que se reúnen todos los cardenales electores (menores de 80 años) en la Capilla Sixtina y se hace salir a cualquier otra persona, quedan vinculados por secreto pontificio a no comunicarse con el mundo exterior”, agregando que “De hecho, no reciben noticias, no pueden hablar de las elecciones, se promueve la vida comunitaria entre ellos, etc. Es decir, hay una serie de reglas previstas que deben ser respetadas para la legitimidad de la elección evitando acuerdos de puestos u otras prácticas que, sin hacer nula la elección, ciertamente la afectarían”.
En términos estrictos, agrega: “a nivel de validez, se requiere que se elija al nuevo sucesor de Pedro por 2/3 de los votos y que este acepte. Desde ese momento es Papa, salvo que el elegido no sea obispo, en cuyo caso, debe ser ordenado obispo y será Papa luego de esa consagración”.
En el Nº 70 de UDG se establece que “Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado al menos los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido al menos los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice”, detalla Celis.
El rol del Espíritu Santo en el discernimiento
Más allá de las normas, el cónclave es, ante todo, un acto de discernimiento eclesial. “El Espíritu Santo es el que lleva a la Iglesia, esto se llama la Missio Dei, es el que actúa en la Iglesia, el que nos inspira, nos sostiene”, explica el padre Heriberto Cabrera. Para él, la elección del Papa no es una excepción: “cuando se entra en la Capilla Sixtina se canta el Veni Creator Spiritus, que es un canto al Espíritu Santo. Con esta invocación se entra en una etapa de discernimiento”.
Esta acción del Espíritu no contradice la libertad de los cardenales, sino que la asume y la eleva: “el Espíritu actúa en medio de nuestro contexto, no está en oposición, al contrario, [...] y depende de nosotros dejarlo actuar más o menos, dejarnos inspirar por Él”.
Duración y mecanismos del cónclave
Sobre la duración del proceso, Celis señala que la legislación especial en Universi Dominici Gregis, prevé una votación el primer día, para luego continuar con dos en la mañana y dos en la tarde. “Luego de tres días de escrutinios, se debe realizar una pausa (de máximo un día) de coloquio, meditación y oración. Eso se repite cada siete escrutinios. Llegado al 33º escrutinio, se debe votar solamente entre las dos primeras mayorías sin derecho a voto de esas dos personas –si están en el Cónclave–. Será Papa el que alcance los 2/3”.
Estas pausas no son meramente técnicas, sino que también permiten retomar el sentido espiritual del proceso, acorde a lo señalado en el número 84 de Universi Dominici Gregis, que Celis cita: “la Iglesia universal, unida espiritualmente a María, la Madre de Jesús, debe perseverar unánimemente en la oración [...] para que ilumine a los electores y los haga tan concordes en su cometido que se alcance una pronta, unánime y fructuosa elección”.
Los signos de los tiempos que disciernen los Cardenales
En la Iglesia se suele hablar de tener presente “los signos de los tiempos”. En ese sentido, el padre Cabrera, explica que son elementos fundamentales del discernimiento que representan los procesos culturales en los cuales, de alguna manera, Dios nos está hablando. Por ejemplo, la cuestión ecológica o el lugar de la mujer en la sociedad y en la Iglesia”.
Una vez iniciado el cónclave no se discuten abiertamente estos temas, se abordan previamente en las Congregaciones generales, donde “Los cardenales están reflexionando en torno a los temas que preocupan a la Iglesia [...] como puede ser el diálogo interreligioso, la guerra, la pobreza y tantos temas como la ecología”.
Sinodalidad y autoridad en la Iglesia
Sobre una posible tensión entre el modelo jerárquico del papado y la visión sinodal promovida por Francisco? Heriberto Cabrera explica que: “En principio, no debería haber una tensión, o si la hay, es una tensión que nos moviliza, en el sentido del servicio. La jerarquía está en función del servicio de la iglesia y no del poder. Y si hay un poder este debe entenderse como un ministerio de guía o conducción, repito: es un poder para servir y no para servirse de la Iglesia”.
Desde esta perspectiva, la elección de un nuevo Papa se vincula directamente con la vocación de una Iglesia que escucha, sirve y se abre al mundo. “La sinodalidad [...] es una manera de ser Iglesia que dialoga, que está al servicio de la sociedad, de los creyentes, del mundo, de la creación”.
Un proceso entre lo humano y lo divino
Tanto en lo jurídico como en lo teológico, el cónclave refleja la como interactuan el derecho y el Espíritu. Como releva Celis: “Los días de las Congregaciones generales son para el intercambio de lo que necesita la Iglesia hoy, y uno confía en que se elegirá al más idóneo que aprenderemos a conocer”. Y como recuerda el P.Cabrera, el discernimiento no es ajeno a nuestra humanidad, sino el modo en que Dios actúa en medio de ella.
*En el articulo, también es mencionado el académico de la Facultad de Teología y padre Heriberto Cabrera.