Diario Financiero
Señor Director: El pasado 11 de marzo, frente a la consulta de un medio sobre cómo opera la ética de la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), la titular del organismo sostuvo que la ética es un concepto filosófico, que la SMA es una institución pública y que, como tal, está referida a un marco normativo legal, 'que es el ámbito de ejercicio y de actividad'. Con ello, asistimos al funeral de la deontología jurídica.
Sostener que la ética es parte de la filosofía y no del derecho -o el marco normativo legal- es grave y preocupante. La ética envuelve a nuestra profesión, la viste y la guía en sus nobles funciones. Esto lo enseñamos en primer año sobre la base de un principio conocido por los juristas: la buena fe. No digo nada nuevo, así lo afirmaron Larenz en su 'Derecho Justo. Fundamentos de ética jurídica'; o Radbruch en su 'Filosofía del Derecho' al hablar de 'la moral como fundamento de validez del derecho y como fin del derecho'. En épocas en que nuestra profesión está siendo cuestionada tan fuertemente, los abogados tenemos el deber jurídico, pero sobre todo ético y moral, de recuperar los cánones que sustentan nuestra profesión, la que al final del día no es otra cosa, como indicó Miguel Reale, que 'una dedicación permanente y desinteresada al bien y a la verdad'.