La Tercera
De acuerdo con las proyecciones del Banco Central, este año la inversión caerá por segundo año consecutivo. Pero el bajo crecimiento de la inversión no es un problema reciente. En la última década, esta creció solo 0,9% promedio anual, menos de la décima parte de lo que creció en la década anterior. En este sentido, es alentador lo que muestra el último catastro de inversión de la CBC, con un aumento de 20% en las inversiones proyectadas para 2024-2028, aunque sabemos que dichos proyectos deben pasar aún por largos procesos de tramitación antes de convertirse en realidad.
Si bien el proyecto de ley que busca reducir los tiempos de tramitación apunta en la dirección correcta, difícilmente logre generar un repunte significativo de la inversión. Para ello es necesario una estrategia mucho más decidida y ambiciosa que incluya incentivos, vías rápidas de tramitación y estabilidad en las reglas del juego. En un escenario como este en que efectivamente tengamos un boom de inversión ¿Qué haríamos con la inversión china?
El comercio bilateral entre China y América Latina se multiplicó por 25 en las últimas dos décadas, lo que permitió que el país asiático pasara a ser el primer socio comercial de América del Sur. Pero la influencia de China en la región ha ido mucho más allá del comercio de bienes e incluye dimensiones diplomáticas e inversiones en sectores estratégicos, como es el caso del puerto de Chancay en Perú, o las inversiones en el sector eléctrico en Chile y Perú, en la minería en Chile, tecnologías de información en Brasil, o el financiamiento al gobierno argentino.
Si bien el crecimiento del comercio y estas inversiones chinas generan diversos beneficios para la región y para nuestro país en particular, también derivan en una creciente dependencia. Las diferencias culturales y el estilo de los empresarios de dicho país, más la permanente influencia del gobierno chino en las empresas inversoras, son factores que han generado algunas dificultades en los sectores en los que participan.
Chile no puede darse el lujo de elegir entre inversiones nacionales, chinas, estadounidenses o de cualquier otro país. Necesitamos más inversión, independiente de su origen. En ese sentido, los esfuerzos por expandir los lazos comerciales y empresariales con India, con otros países de Asia o con el mundo árabe, van en la dirección correcta y deben seguir avanzando.
El país necesita inversión para retomar el crecimiento y ello requiere generar condiciones atractivas, pero también exigir que esta inversión se apegue de forma estricta a la regulación y las leyes locales. Asimismo, es necesario resguardar la competencia en los mercados en que los que llega esta inversión. Por último, como señalamos en un reciente estudio para la Cancillería, debemos evaluar incorporar mecanismos de screening de la inversión extranjera en sectores estratégicos, basados en el interés o seguridad nacional, como lo disponen la Unión Europea, Estados Unidos, Australia o Nueva Zelanda.
En la medida que China siga aumentando su presencia en nuestro país, estos mecanismos serán más necesarios, pero se requiere identificar el valor geopolítico de los sectores involucrados, mantener el principio de neutralidad frente a la inversión extranjera y evitar que las medidas que se implementen terminen desincentivando la inversión. Esta es una discusión compleja que aún no tenemos en el país, que debe producirse en un marco técnico y tomando en cuenta la experiencia comparada en la materia.
*Esta columna también fue escrita por el coordinador del área macroeconómica de Clapes UC, Hermann González