El Mercurio
Señor Director:
Hace 30 años, en marzo de 1994, se dictó la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, que significó un gran cambio regulatorio al integrar instrumentos de gestión ambiental, como el Sistema de Evaluación Ambiental; estableció los primeros elementos para configurar la responsabilidad por daño ambiental; introdujo un sistema de fiscalización, y creó una institucionalidad ambiental. Sin embargo, con la perspectiva de tres décadas, su aporte fue más que ser una novedosa regulación ambiental o la piedra fundacional del sistema actual. Su gran mérito fue crear un nuevo bien jurídico protegido e introducir un nuevo objeto económico: el medio ambiente.
Antes de ella, la regulación abordaba las actividades económicas sectoriales; por tanto, existían “parcelas regulatorias” que incluían el sistema de cuotas de asignación de recursos naturales para su explotación, un sistema de permisos habilitantes para ejercer una actividad y una estructura gubernamental fiscalizadora. Así, existía una regulación eléctrica, minera, de aguas, sanitaria o de pesca independientes entre sí.
El medio ambiente, en tanto, no era objeto de regulación específica ni había una estructura de la administración que velara por su cuidado. Ni el Código de Minería ni el de Aguas ni la ley eléctrica de la época contenían norma ambiental alguna.
Si es posible o no valorizar económicamente el medio ambiente, es materia de discusiones que sobrepasan este espacio, pero lo cierto es que hace 30 años nació una ley que generó su protección (y la correlativa sanción por no hacerlo), y eso significó alterar las regulaciones sectoriales para compatibilizar su objeto extractivo con este “nuevo elemento”.
Después de la Ley 19.300, incumplir la normativa ambiental tiene un costo que arriesga la revocación de la licencia ambiental, lo que determinó que en el estudio de factibilidad económica de cada proyecto debía evaluarse una nueva variable: el medio ambiente.
Si bien se ha modificado varias veces y su primera versión estaba lejos de ser una regulación perfecta, visibilizó jurídicamente al medio ambiente. Un verdadero hito.