La Segunda

Hugo Cifuentes 250x250

Las próximas semanas serán determinantes en la posibilidad de avanzar en pensiones. La ventana de oportunidad para discutir una reforma compleja —técnica, social y políticamente— se estrecha en tanto se aproximan procesos electorales. A ocho meses de ingresado el proyecto, es urgente un acuerdo político, lo más amplio posible, que priorice y facilite la discusión legislativa de una reforma esperada. Ello debiera ser tarea prioritaria para todos, y ceder es requisito para lograrlo.

Nuestro sistema de pensiones se estructura con un primer pilar de alivio de pobreza, financiado con rentas generales, y un segundo pilar contributivo, de capitalización individual y administrado por privados. El tercer pilar es voluntario, también de cuentas individuales y gestión privada.

Un elemento que ha suscitado debate es la posibilidad de introducir solidaridad intra e intergeneracional en lo contributivo, a partir de la nueva cotización del empleador. Esto es algo habitual en la experiencia comparada y está en la esencia de los sistemas de pensiones, ya que permite, entre otras cosas, compartir riesgos o realizar transferencias por equidad de género. En efecto, las dificultades de sostenibilidad financiera o social suelen aparecer en los extremos, cuando sólo existe reparto con beneficios definidos o sólo cuentas individuales y todos los riesgos recaen en las personas. Tampoco debemos olvidarlos riesgos políticos que ha significado el exacerbar el foco en la propiedad individual —en lugar de asegurar ingresos en la vejez— sustentando una demanda constante por el retiro de fondos. En este ámbito será valioso ceder e incorporar un componente ausente en nuestro sistema, con un buen diseño técnico, que responda a objetivos claros y genere acuerdos.

Un ejemplo interesante es la reforma al pilar ocupacional de Países Bajos, de inicios de este mes, respecto de la que se ha destacado la incorporación de contribución definida. No obstante, uno de los sistemas mejor rankeados conservará su primer pilar de reparto financiado con contribuciones e impuestos; y una de las principales modalidades de la nueva pensión ocupacional será un esquema de contribución definida colectiva con solidaridad, combinando la acumulación con los beneficios de la compartición de riesgos.

Conviene tener presente que las modalidades de financiamiento en pensiones no son rígidas. Al definirlas influyen: tradición, cambios demográficos, financieros y sociales, que cada cierto tiempo reclaman ajustes, para seguir cumpliendo con rentas que eviten pobreza y generen tasas de reemplazo adecuadas. Aún tenemos la oportunidad de construir un acuerdo, por un sistema de pensiones que entregue seguridad de ingresos en la vejez, de forma sostenible y con legitimidad social.

* Esta columna también fue escrita por la presidenta ejecutiva de Espacio Público, Paula Benavides.

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