El Mercurio
“La tecnología está, llegó la hora de invertir”, dice enfático el diputado Matías Walker al ser consultado por las medidas que se discuten para detener la violencia en los estadios, cuya última manifestación fueron los incidentes en el clásico universitario del fin de semana pasado y que obligaron su suspensión.
Las autoridades y directivos de la ANFP han hablado de modificar procedimientos, darles mayor protagonismo a Carabineros, modificar leyes o mejorar el servicio de seguridad privada, entre otras medidas. Pero una parte importante de la discusión se ha centrado en el uso de la tecnología.
Según el diputado Walker —quien se reunió esta semana junto a un grupo de parlamentarios con los directivos de la ANFP—, su uso tendría dos fines principales. El primero es controlar el ingreso a los estadios para que no entren personas que tienen prohibición de hacerlo. El segundo uso es al interior del recinto, al emplear cámaras que permitan detectar desórdenes y que, además, sirvan como medio probatorio ante la justicia. De ahí que un requisito técnico es que estas cámaras sean de alta resolución.
Rostro, no huella
Para el ingreso al estadio el procedimiento más usado es el escaneo de la cédula de identidad, junto con la entrada para ver la coincidencia del RUT y que, además, la fotografía de la cédula coincida con quien está ingresando.
Consultado sobre si se piensa el uso de otras tecnologías para el ingreso, Pablo Milad, presidente de la ANFP, dice que la huella no es la herramienta óptima para recintos deportivos. “Es muy lenta y falla en la lectura. Basta con ver cuántas veces hay que poner el dedo cuando vas a comprar un bono”, dice.
Milad, quien recientemente fue a una visita técnica a Uruguay para ver las soluciones de seguridad de dicho país, apuesta por el reconocimiento facial.
“El reconocimiento facial a gran escala sería la solución. Esto funciona de la misma forma en que ciertos supermercados tomaban la temperatura de las personas durante la pandemia usando cámaras. Solo tienes que pasar frente al dispositivo”, dice.
Y añade: “Probablemente comencemos pronto un plan piloto para implementar el sistema. Estamos a la espera de la reunión con el Registro Civil, porque debemos alimentar la base de datos, principalmente la del Registro Nacional de Hinchas, lo que nos facilitará hacer la identificación de las personas para que no puedan vulnerar los controles”, añade.
Con el reconocimiento facial también se buscaría impedir el ingreso al estadio a quienes tienen una orden de detención pendiente.
Sin embargo, para usar la tecnología de reconocimiento facial habría trabas legales, en opinión de Matías Aránguiz, subdirector del Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología de la UC. “La recomendación de los principales organismos de derechos humanos en el mundo es evitar el uso de la biometría en temas de vigilancia masiva de la población”, dice.
En Chile, continúa, la Ley de Protección de Datos vigente y la nueva ley que está en discusión consideran a los datos biométricos como datos sensibles. “En esa definición requieren el consentimiento explícito del usuario y, en este caso, la compra de una entrada a un espectáculo deportivo no lo es”, aclara.
Además, añade, la biometría falla, tiene una serie de falsos positivos. “Podrías dejar gente afuera que no tienen ningún impedimento, Y basta con que te hagas algunas modificaciones en el rostro —como ponerte un par de rayas— para que sus resultados no sean óptimos”.
Y añade: “Es más fácil decir, ‘Vamos a gastar plata en tecnología', que mejorar procesos que están mal ejecutados, como el control de identidad”, dice.
Milad y Walker tienen una posición diferente. Para ambos bastaría que la persona consienta el uso de la tecnología biométrica al comprar la entrada. “Si no está de acuerdo, no puede ir al estadio”, dice Milad.
Evitar desmanes
Uno de los problemas que la ANFP ha aducido por la falta de inversión en tecnología es que solo cuatro clubes son propietarios de sus estadios. Los demás recintos pertenecen a municipalidades o son del Estado y se arriendan para los partidos. “No podemos hacer una inversión en un recinto municipal o del Estado sin que existan decretos que lo permitan. Además, los clubes tampoco quieren financiar tecnología que también se usará en otros eventos distintos al fútbol, por lo tanto, tiene que haber un trabajo conjunto”, dice Milad.
En el estadio Nelson Oyarzún de Chillán —propiedad de la municipalidad— se habilitó una serie de tecnologías de seguridad, “El año pasado incorporamos 52 cámaras que no solo miran al interior, sino que monitorizan el exterior, ya que el estadio está emplazado en un sector residencial. Son cámaras de alta resolución, que tienen la posibilidad de hacer reconocimiento facial. Es un proyecto que ha sido reconocido por las entidades deportivas, pero también por la comunidad”, dice el alcalde de Chillán, Camilo Benavente. El proyecto, añade, tuvo un costo de $105 millones, en una inversión en conjunto con la Subsecretaría de Prevención del Delito.
Las cámaras son monitoreadas desde una sala en el mismo recinto. “Que sean cámaras de alta resolución es un cambio diametral en comparación con lo que existía, sobre todo en el nivel de detalle que se consigue”, dice. Y agrega que ya se han hecho 12 solicitudes de imágenes por parte de la justicia entre 2022 y 2023 sobre todo en desmanes como el lanzamiento de objetos a la cancha.
Hoy, el equipamiento de cámaras al interior de los recintos deportivos es dispar y no todas son de alta resolución. De hecho, una de las problemáticas en el último clásico universitarios es que las imágenes no serían de buena calidad, lo que impedía una mejor identificación de los involucrados en los incidentes.
“La ley exige tener cámaras, pero quien autoriza que esas cámaras son las adecuadas es cada una de las delegaciones que autorizan el uso del recinto”, aclara Felipe de Pablo, gerente de Operaciones y Seguridad de la ANFP.
En un proceso de análisis, la ANFP espera contar con “más luces técnicas sobre qué cámaras necesitamos y que características tendrían: su resolución, si su zoom es de 20X, si necesitan visión nocturna, con movimiento, si son cámaras domo, etc.”, dice De Pablo.
Pero agrega que no se descarta el uso de ninguna tecnología. “Si bien el reconocimiento facial es una mejor solución, si el Registro Civil no autoriza el uso de sus bases de datos, tendremos que pensar en el uso de la huella dactilar”.