El Mercurio

Matias Zegers 158x158

Actualmente y desde hace algún tiempo ya, se han estado considerando los aspectos ESG (medioambiental, social y gobernanza, por sus siglas en inglés) como el nuevo paradigma de análisis cuando hablamos de gobierno corporativo. De hecho, la CMF en la NCG 461 propone y exige estos conceptos en forma constante; grandes gestores de fondos han señalado que es un punto fundamental de su análisis y negocio (al 2021, Fondos ESG habían levantado US$ 1.530 billones) y han surgido múltiples indicadores de medición al respecto, con significativas emisiones de capital o de deuda basadas en tales características.

Sin embargo, a su vez, hay múltiples voces que han puesto en duda que estos indicadores sean los correctos para el cumplimiento de lo que se quiere conseguir, ya que (muy resumidamente) pondría el foco más en stakeholders que en los accionistas, siendo además que utiliza parámetros que no son del todo claros. De hecho, el mismo concepto de ESG ha ido evolucionando, y se ha hablado en distintos momentos de S-ESG, E-ESG y, desde hace pocos meses, de otros conceptos como el propuesto por el profesor Davis de Harvard al presentar un modelo denominado 360.

Si el mismo concepto es aún evolutivo, ¿sirve realmente para algo? Para muchos es una pregunta aún abierta, ya que si no hay claridad en el concepto, no puede ser medido, y si no se mide, puede plantearse que es inútil. Sin embargo, aún sin existir consenso esto ha generado algo valioso, que en definitiva es tener claro que al hablar de gobierno corporativo no solo podemos tener en cuenta indicadores financieros, sino que también existen indicadores no financieros que deben tenerse en cuenta, lo que es fundamental.

De todos modos, esto no significa que ESG sea el estándar adecuado y que ya esté escrito en piedra. Al revés, falta mucha evolución al respecto, sobre el concepto y respecto a cómo medirlo (por ejemplo, las diferencias entre SASB e IFRS-S), y cuál debe ser su peso equilibrando accionistas y stakeholders (modelo 360) para el bien de todos los involucrados, como elemento que sirva para crear valor y no simplemente para nuevamente llenar índices creados, muchas veces, por aquellos que generosamente te asesoran para estar bien calificados o para aparecer en lo formal como el ciudadano corporativo modelo.

Por lo tanto, ¿sirve? Categóricamente considero que sirve incluir aspectos no financieros en el análisis de cualquier compañía, pero no está claro que ESG, como concepto, sea el estándar adecuado para esto, ya que perfectamente puede sobrar (o faltar) alguna letra. Más allá de siglas, lo relevante es conciliar los intereses de accionistas como primeros actores con los de los stakeholders como receptores más o menos activos (o pasivos) de la actuación de las empresas.

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