El Mercurio
Señor Director: Con fecha 22 de enero, en la página C7 de su diario, se tituló 'Más de 1.100 jóvenes de 18 años están en Dicom y expertos urgen por mejorar la educación financiera'. Es un titular que no deja de sorprender si se lee en clave histórica, pues si hasta hace un par de siglos el préstamo a interés era considerado un pecado y un crimen del prestamista si no se justificaba apropiadamente el cobro de intereses, hoy parece ser que el pecador es quien pide sin una justificación adecuada.
Además, hace un par de siglos los expertos analizaban el asunto ético y económico desde el punto de vista del prestamista; hoy también llama la atención que parezcan hacerlo únicamente desde aquel del prestatario. No creo que haya que revivir lo que fuera hasta el siglo XVIII la doctrina contra la usura, que nos heredó la filosofía griega, la moral católica y el derecho romano, pues me parece que hay buenas razones para aceptar la legitimidad del préstamo a interés.
Sin embargo, juzgaría igualmente justo que se exigiera a los prestatarios su responsabilidad en el endeudamiento de los jóvenes, y que los expertos puedan, en lugar de recurrir a una serie de lugares comunes, discutir la responsabilidad ética de aquel que presta dinero irresponsablemente a aquellos que con alta probabilidad serán insolventes o que no podrán liberarse del yugo que ellos amablemente colocan en torno a su cuello a cambio de financiarles una juerga, un iPhone o alguna otra experiencia que más los empobrece antes que enriquecerlos.