El Mercurio / Emol
El lanzamiento esta semana del informe 'Riesgo Político América Latina 2023' del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica (CEIUC) llega en momentos en que la región está convulsionada. La amenaza a la democracia de grupos extremos en Brasil y los episodios de violencia en Perú anticipan un nuevo año complejo y de alta incertidumbre política para el continente.
Latinoamérica ingresa al nuevo año con un mapa político reconfigurado: una nueva 'marea rosa' con las 5 principales economías en manos de fuerzas de centroizquierda o izquierda, pero con diferencias importantes entre ellas, y con un escenario global y regional mucho más adverso con el que había gobernado la primera 'marea rosa' a principios del siglo XXI.
El crecimiento económico enfrentará un 'viento de frente'. El promedio regional será anémico: el último reporte del Banco Mundial proyecta 1,3% del PIB. La región se encamina así a una segunda década perdida en términos económicos (2014-2023) unido a fuertes retrocesos en materia de desarrollo social como consecuencia de este débil crecimiento y de la herencia maldita de la pandemia. La inflación, si bien irá disminuyendo, continuará alta. Lo mismo ocurrirá con las tasas de interés, necesarias para combatir la primera. Todo ello permite anticipar que el descontento social y las demandas seguirán presentes en las calles, por lo que no hay que descartar nuevos estallidos de ese malestar.
Riesgo Político 2023 ubica al crimen organizado en primer lugar, demostrando que la inseguridad es una sensación generalizada en la región y que las organizaciones criminales son crecientemente transnacionales: ya no solo se concentran en México, Colombia y América Central, sino que tienen presencia en la mayoría de los países de la región, como ocurre en Chile.
Por segundo año consecutivo, el deterioro democrático se ubica en los puestos de avanzada (segundo lugar). Algunas democracias continuarán bajo asedio del populismo y del autoritarismo. El populismo en Brasil que dinamita la institucionalidad, el caos institucional en Perú, los rasgos autoritarios de los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador en México y de Nayib Bukele en El Salvador, y las dictaduras en Venezuela, Cuba y Nicaragua, son algunos de esos ejemplos. Uruguay, por contrapartida, destaca como la democracia de mejor calidad de la región.
La gobernabilidad, en tanto, es cada vez más compleja y se ubica este año en el tercer puesto. Las 'lunas de miel' de los gobiernos son cosa del pasado y las caídas en el apoyo a los gobernantes se aceleran. El 'voto de castigo' se impone en las urnas: en 14 de 15 elecciones presidenciales entre 2019 y la fecha, el oficialismo perdió, siendo la excepción una Nicaragua sin democracia ni elecciones libres. Esto hace probable que los ciclos políticos sean cada vez más cortos.
La lista de riesgos es acompañada por la crisis migratoria, que genera una mayor tensión y enfrentamientos sociales, especialmente por el éxodo venezolano que ya se acerca a los 6 millones en América Latina y que presiona los servicios públicos básicos. Además, se identifican otros riesgos que amenazan directamente a las empresas, como el aumento de ataques cibernéticos y la pérdida de competitividad para la inversión, así como riesgos para los gobiernos con la proliferación de noticias falsas, la mayor polarización política las consecuencias sociales de la inseguridad alimentaria y el 'eclipse democrático' continuarán.
¿Qué eventos políticos mirar? Las elecciones presidenciales en Argentina, Paraguay y Guatemala; el segundo tiempo constitucional en Chile; el primer año de Lula da Silva en Brasil y de Gustavo Petro en Colombia; las negociaciones políticas en Venezuela; la evolución de la crisis política en Perú, las tensiones sociales en Bolivia, y la compleja situación de seguridad en Ecuador, entre otros.
Riesgo Político América Latina 2023 anticipa que los 'tiempos nublados' continuarán en la región, pero acompañados de nuevas oportunidades de crecimiento, en especial en agricultura, minería, energía y nearshoring. En este escenario de alta incertidumbre, inseguridad y volatilidad, los gobiernos y empresas deberán seguir mejorando su capacidad de navegar en aguas agitadas, manejar incertidumbre y expectativas, implementar reformas que respondan a las demandas ciudadanas con responsabilidad fiscal y sin afectar el clima de inversión y, sobre todo, ofrecer resultados.