El Mercurio

Constanza Hube 158x158 2

...¿es posible que las mujeres ganemos espacios sin necesidad de alterar artificialmente los resultados? A mi juicio, sí...".
 
Entre la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la reciente aprobación del proyecto de paridad de género en el órgano constituyente y la interpelación a la ministra Plá, las mujeres hemos sido protagonistas de la agenda pública estas últimas semanas. Más allá de la coyuntura, y aun cuando las mujeres en Chile han ido ganando cada vez más espacios y oportunidades para participar y contribuir, la realidad es que nuestro país está en deuda con una mayor intervención femenina en instancias de poder, no solo públicas, sino que también privadas. Esto último, a pesar de que es claro que una mayor participación de mujeres en cargos o posiciones relevantes no solo es justo, sino que además tiene un impacto positivo en los distintos organismos o entidades. Así, por ejemplo, existen estudios que han señalado que una mayor cantidad de mujeres (tres o más) en directorios genera una masa crítica favorable que permite obtener mejores resultados económicos y favorece la generación de ideas innovadoras.

En este sentido, y aprovechando el contexto político, se requiere que tanto el Estado como los particulares tengan un compromiso público en esta materia, sin la necesidad de tener que recurrir a discriminaciones positivas para lograr incorporar más mujeres en posiciones de poder (en órganos públicos y entidades privadas). Como es sabido, hace unos días el Congreso aprobó una reforma constitucional que fija las reglas generales para la elección de convencionales constituyentes, la que incorpora la paridad de género como una medida para asegurar un número equivalente de hombres y mujeres (en caso de ganar la opción Apruebo en el plebiscito de abril). Más allá de que es deseable una mayor participación y representación de las mujeres, no solo en la Convención, sino que también en cargos de poder en general, el medio aprobado para obtener este fin es cuestionable desde un punto de vista del respeto de la voluntad popular. La pregunta es: ¿se podrían haber utilizado otras alternativas disponibles para la obtención del fin propuesto y que fueran menos lesivas? ¿Es posible que las mujeres ganemos espacios sin necesidad de alterar artificialmente los resultados? A mi juicio, sí.

Una propuesta menos distorsionadora, por ejemplo, habría sido la aprobación del sistema de listas cerradas. Este mecanismo apuntaba al cumplimiento del mismo objetivo, pero sin torcer la voluntad de los electores y sin alterar la proporción de votos de cada partido. Sin perjuicio de que el "tema paridad" ya estaría cerrado para efectos de la Convención, es importante aprovechar esta discusión para conversar o reflexionar respecto de las causas o factores que llevan a tener menos participación efectiva de la mujer en las distintas instancias de representación.

Así, el punto no solo es el número o porcentaje de candidatas que los pactos o partidos políticos inscriben, sino que más bien otros factores que desincentivan y complejizan la participación de las mujeres en política Menos aportes económicos a las mujeres en comparación con candidatos hombres, ausencia de comités de búsqueda para identificar candidatas competitivas y falta de nominaciones de candidatas con reales posibilidades de elegibilidad son algunos ejemplos de obstáculos que podrían abordarse. Cuando una sociedad opta por la igualdad de resultados y la discriminación positiva es porque ha fracasado en ofrecer una auténtica igualdad de oportunidades y en la realización de un cambio cultural efectivo. Es de esperar que no tengamos que seguir recurriendo a este tipo de acciones para otras instancias, sino que generemos las condiciones para que efectivamente los talentos de hombres y mujeres compitan en igualdad.