La Tercera

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La académica de la Universidad Católica es uno de los nombres que suenan como posible candidata a una convención constituyente por la UDI, aún cuando está por "rechazar para reformar". “La única manera de aportar no es solamente votando 'apruebo'”, dice la abogada, y detalla qué dejaría y cambiaría de la actual Constitución.

Llegó marzo y en menos de dos meses casi quince millones de chilenos tendrán la oportunidad de tomar una papeleta y elegir entre “apruebo” o “rechazo”. Para la abogada constitucionalista Constanza Hube, “el ideal hubiese sido tener una tercera opción en el voto que planteara una reforma constitucional”, dar una “alternativa más moderada”.

Coordinadora del departamento de Derecho Público de la Pontificia Universidad Católica, Hube considera que fuera de un evidente “sentido de realidad” que hay que tener respecto a las encuestas, que muestran al “apruebo” como la opción con más apoyo, “asumir que hay una posición que va ganar y que exista el planteamiento de algunos que eventualmente desconocerían el resultado, me parece bastante complejo y peligroso para la democracia”.

Declarándose partidaria del “rechazo”, no descarta que si por otro lado, la opción por una nueva Constitución se impone, se presente como candidata por la UDI a la convención que fuera mayoría. Profesora hace diez años de derecho constitucional, agrega “tengo vocación de servicio público. Desde esa experiencia siento que tengo bastante que aportar”.

En una columna para el DF comentabas que “ambas opciones son igual de legítimas” el día del plebiscito. ¿Sientes que eso no se está considerando hoy?

Me parece que no, no de la manera que uno esperaría que se plantee una determinada elección. Obviamente eso viene condicionado por un sentido de realidad: las encuestas mayoritariamente plantean que el “apruebo” tiene un porcentaje bastante superior que el “rechazo”. Me da la sensación de que la opinión pública y sobre todo algunos personajes públicos plantean que no serían igual de legítimas las dos opciones. La gran gracia de las reglas de la democracia es que si uno se presenta a una determinada elección o votación, sabe que cualquiera de las dos puede ganar y tiene que estar dispuesto a que al día siguiente, cualquier resultado que salga, se va a respetar. En ese sentido uno puede escuchar a algunas organizaciones de la sociedad civil que pueden ser más radicales que han planteado un desconocimiento del “rechazo” si ganara, eso me parece bastante peligroso. A mi me parece que escapa un poco del tema asumir que ganará una opción, porque sino no tiene mucho sentido hacer esto. Asumir que hay una posición que va ganar y que exista el planteamiento de algunos que eventualmente desconocerían el resultado, me parece bastante complejo y peligroso para la democracia.

Las opciones de abril son “apruebo” o “rechazo” ¿Debería haber otra opción?

Sí, lo he dicho en otras oportunidades también. Me parece que cada partido y representante del acuerdo del 15 de noviembre hizo un esfuerzo, cedieron en sus posiciones y eso tuvo que ver con las preguntas del plebiscito. Ahora, obviamente el ideal hubiese sido tener una tercera opción que planteara una reforma constitucional, no solamente ‘apruebo’ o ‘rechazo’, en términos de crear algo completamente nuevo o bien mantener todo como está. Son alternativas demasiado binaria; una alternativa más moderada habría sido tener una reforma o cambio constitucional y de hecho se podrían haber planteado algunos temas eventualmente, pero respecto de lo ideal, no es lo que pasó y eso se entiende por lo difícil que debe haber sido llegar a ese acuerdo.

¿Eres partidaria de “rechazar para reformar”, como dice Allamand?

Sí, para personas como yo, no existiendo la alternativa de una reforma, me inclino por el rechazo. Creo que en el fondo la Constitución tiene buenas bases y un cambio a esa Constitución, que no tiene por qué ser breve, sino que puede hacerse un cambio profundo, era perfectamente posible sin tener que plantear el tema desde cero.

¿No es contradictorio estar por el “rechazo” y ofrecerse como constituyente?

No me parece una contradicción sino que todo lo contrario, uno tiene que ser consistente con el hecho de que quiere aportar. La única manera de aportar no es solamente votando “apruebo”, me inclino por el “rechazo” por razones que son bastante fundamentadas y me parece que es poco democrático plantear una cosa distinta. No son las reglas que están establecidas. En la segunda pregunta se plantea el órgano que redactaría una nueva Constitución aún cuando uno podría votar “rechazo”. Eso es porque se da a la ciudadanía la oportunidad de tener la opción de plantear su posición pese a que pueda votar “rechazo”. Lo que yo he planteado es que esta pregunta es binaria, plantea si se quiere algo completamente nuevo o mantener la actual. Creo que mantener la actual es un error también, porque hay reformas que se pueden hacer y la pueden hacer una buena Constitución, pero no hay una opción que responda a esa alternativa. Frente al hecho de que gane el “apruebo” yo estaría disponible para ser candidata para aportar la preparación y conocimientos que uno tiene al próximo texto constitucional, particularmente mantener ciertos aspectos de la actual Constitución y agregar aquello que sea necesario, en base a unas reformas que podrían darse en el caso de que ganara el “rechazo” también.

“La Constitución del ’80 sí se ha ido legitimando”

¿Qué elementos de la actual Constitución crees que deberían conservarse?

Yo mantendría las bases de la institucionalidad, que tienen que ver con el principio de primacía de la persona humana; la autonomía de las organizaciones sociales, es decir que el estado no las crea sino que las reconoce; el Principio de Servicialidad del Estado, que implica que el Estado está al servicio de la persona humana y no la persona al servicio del Estado. La manera en que la Constitución trata que la persona está al centro de la sociedad, tiene que ser un punto que se debiera mantener. También los Derechos Fundamentales, que están no solamente resguardados por la Constitución sino que por tratados internacionales y la manera en que la Constitución actual lo trata es, en el caso de algunas libertades y derechos, una manera que otorga certeza y permiten el resguardo de ciertas libertades, como la libertad de expresión, de conciencia, de asociación, derecho a la vida... son a mi juicio temas trascendentales de mantener y son un control de constitucionalidad efectivo

¿Qué es importante agregar a una nueva Constitución?

Me parece que hay que actualizar la referencia que hace la Constitución respecto a la responsabilidad del estado. Es decir, en los últimos cuarenta años de vigencia de la Constitución, el estado ha crecido muchísimo y hoy funciona no solo como organismo que brinda seguridad y resguarda los derechos y libertades, pero también tiene un rol activo en términos del otorgamiento de prestaciones. Cuando hay un privado que preste un mal servicio tenemos posibilidad de reclamar, pero con respecto al estado es bien asimétrica la manera que un tiene de reclamar y en realidad los particulares no tienen mucho que decir ahí. En ese sentido habría que agregar un capítulo en materia de responsabilidad del estado más o menos importante.

Otras cosas que modificaría, más que agregar, tienen que ver con el sistema de gobierno, ya sea en términos de pasar de un presidencialismo a un semipresidencialismo o bien que le metamos mano al presidencialismo que hoy día tenemos y particularmente la conexión con el número de años que el presidente ha estado en conexión con las elecciones parlamentarias, lo que resulta en un presidente que sin perjuicio de las altas facultades que tiene, que me parece que ahí también habría que hacer cambios, no puede sacar agendas mínimas adelante.

¿Qué debería contener un nuevo capítulo de responsabilidad del estado?

Hoy una persona puede hacer efectivos sus derechos reclamando, pero esas acciones judiciales son tramitaciones que toman años. Uno puede recurrir a la Contraloría también, pero eso toma meses y a veces no son respuestas oportunas. Podría ser un nuevo capítulo o algunos artículos, pero algunas ideas que se podrían agregar serían, por ejemplo, que planes o programas o gastos asociados (vía ley de Presupuesto) que tengan mala evaluación por desempeño sean revisadas y eventualmente terminadas anticipadamente. También la creación de un defensor del ciudadano, acciones eficientes en caso de que el Estado no cumpla con la entrega de prestaciones y evaluar la creación de tribunales contenciosos administrativos.

¿Cómo se termina con la deslegitimidad de origen que muchos le asignan a la actual Constitución?

Desde mi perspectiva, es bastante claro que la Constitución del ‘80 original tiene un vicio de legitimidad de origen. Pero la Constitución que se va a someter a plebiscito ahora, es una muy distinta de la original. Es una que en 40 años ha tenido 42 reformas, más de 240 modificaciones, incluyendo dos reformas muy importantes, la del 1989 y la del 2005. Si tú me preguntas de qué manera se puede “sanar” ese vicio de legitimidad de origen, no es posible. El punto es que si esta Constitución, como muchas constituciones del mundo que nacen luego de quiebres institucionales, se ha ido legitimando o no. Desde mi perspectiva sí ha sido así y creo que es importante tenerlo claro para efectos del plebiscito, porque me da la sensación de que el debate se ha llevado a una lógica más bien de decir que lo que vamos a plebiscitar va a ser decirle sí o no a la Constitución del ´80 y la que tenemos hoy es una Constitución nada que ver a la que tenemos hoy.

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