El Mercurio

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Encuentros El Mercurio reunió a tres destacados académicos constitucionalistas para debatir acerca de los desafíos y oportunidades que plantea el acuerdo recientemente suscrito y cuáles son las fuerzas que permitirían que se alcance un resultado exitoso.
La palabra 'orden' surge como entidad fundamental en el momento que vive el país. Jorge Correa Sutil, exsubsecretario de Interior y exministro del Tribunal Constitucional, puso esto sobre la mesa durante el panel 'Nudos del debate constitucional', actividad de Encuentros El Mercurio realizada ayer, en la cual se abordó el importante proceso que se vive en Chile en medio de una situación social compleja.

Ante un numeroso público y moderado por la periodista Soledad Vial, de Reportajes de 'El Mercurio', el encuentro reunió a Correa Sutil con Miriam Henríquez, decana de la Facultad de Derecho de la U. Alberto Hurtado, y con Sebastián Soto, director del Departamento de Derecho Constitucional de la UC y miembro del Comité Técnico del proceso constituyente.

Las tres patas de la mesa

El gran consenso es que no va a haber una nueva Constitución si no hay orden público. Correa Sutil recordó el discurso en que el Presidente Sebastián Piñera llamó a alcanzar la paz, la justicia social y una nueva Constitución: 'Esas fueron las tres patas de la mesa. Para la paz se requiere orden público; para la justicia social, que es condición para la paz, se requiere un nuevo orden, y una nueva Constitución implica establecer un nuevo pacto, un nuevo orden político.

En ese discurso, que fue un buen discurso, el Presidente nos dejó huérfanos para que hiciéramos eso, nos hizo responsables de hacerlo y el Congreso asumió esa responsabilidad. Esa noche, el jefe de Estado se retiró en silencio y empezamos a hablar nosotros; algunos se han hecho responsables y otros no'.

Miriam Henríquez subrayó la importancia de tener una Constitución en Chile nacida en democracia, pero también advirtió que esto se da en un tiempo difícil, pues la forma pacífica de manifestarse cedió el paso a 'problemas complejos de violencia', que hacen arduo llevar adelante un proceso constituyente. 'Estamos en un momento preconstituyente', dijo, 'en el cual los acuerdos políticos son tan importantes que hay que honrarlos, y al mismo tiempo, los cambios jurídicos tienen que ser consensuados, de manera que haya una amplia legitimidad para que redunde en una Constitución compartida por todos'.

Tomar la micro

¿Puede esta nueva Constitución ser una salida de todo esto? Es la pregunta que levantó Sebastián Soto, quien piensa que las cartas fundamentales se van legitimando y que se desatan de su origen para pasar a ser cuerpos vivos. 'Así sucedió con la Constitución del 80, cuyo contenido ha sido modificado y podría seguir siendo modificado', expuso, para explicar luego que hay que saber que 'los problemas sociales no se solucionan en absoluto con una nueva Constitución' y que tampoco una nueva Carta Fundamental va a restaurar el orden público: '¿Quién puede creer eso? El orden público pasa por legitimar el monopolio del Estado en el uso de la fuerza legítima'.

Respondiendo a la interrogante que él mismo planteó, Soto liza que él sí cree que una nueva Constitución 'puede ser la salida. Y lo creo porque la nuestra es una crisis sobre la forma en que convivimos. Es una crisis de nuestra comunidad política. Cuando las crisis son políticas, las soluciones son políticas. La política es lo que tenemos que usar como resolución de esta crisis. ¿Y esa política hoy qué micro toma? Toma la micro del cambio constitucional. Porque es la micro que una parte importante de la política viene señalando como adecuada para tener esta discusión.

Es así que un gobierno como el del Presidente Piñera, que no planteó el cambio constitucional como una de sus prioridades, dado que la crisis es evidente, se sube a esa micro e intenta resolverla a través de la política y del diálogo político, que toma los ropajes del diálogo constitucional'. Un diálogo solo posible, concluyen, tras la reconquista del orden público y del poder en el uso de la fuerza. 'Ese poder', insiste Correa Sutil, 'tiene que ser legítimo. Si las violaciones a los Derechos Humanos cunden, ese poder puede intentar ser monopólico, pero no va a ser legítimo y, por lo tanto, tampoco va a ser monopólico. Hay que atender a la violación de los Derechos Humanos y también a la brutalidad del miércoles en el Parque Arauco'.

¿Quiénes estarán en la convención?

La discusión se centró luego en cuál es exactamente el momento constituyente que vivimos. Si estamos o no en una etapa previa o si ya vivimos en otro momento, constitucional en sí mismo y distinto al de hace dos meses, porque los centros de poder ya cambiaron y el 'poder está tironeado'. La Moneda hoy no estaría definiendo lo que sucede, sino que sus decisiones estarían determinadas por lo que sucede en la calle.

Por eso es que Sebastián Soto afirma con determinación que 'hay que retomar el consenso en que la fuerza legítima descansa en el Estado'. Correa Sutil agrega que los mayores enemigos en todo esto, los más irresponsables, son aquellos que habiendo vivido el golpe de Estado de 1973, 'siguen diciendo que no hay que ser tremendistas y que estas cosas no suceden en Chile. Yo tengo mucho miedo y debemos seguirlo teniendo. Solo así la Constitución no será la del saqueo, sino la de quienes tuvieron miedo y se pusieron sabios. Solo teniendo miedo vamos a ser prudentes. Otro asunto es quién va a llegar a la convención constituyente.

Yo creo que si llegamos los mismos de siempre, esa Constitución no va a tener legitimidad alguna. Tienen que estar todos representados. En mi convención estaría el cardenal Raúl Silva Henríquez, porque supo enfrentarse a Pinochet; Bernardo O’Higgins, porque supo abdicar del poder para que no corriera la sangre; Pedro Lemebel, porque es un gran artista y representa a los humillados, y Violeta Parra, porque era mujer, porque vivió con los pobres y los entendió como nadie, y porque tenía mucha rabia'.

Sebastián Soto agrega en la lista a Jaime Guzmán, 'un intelectual de una inteligencia infinita, con un liderazgo y un entendimiento de la política como pocos. Debe estar ahí porque fue senador, porque fue asesinado, porque creía en la democracia, porque trabajó para que el gobierno de Pinochet terminara y porque representa a un grupo de personas que ven en él a un líder capaz de plantear sus posiciones'.