El Mercurio Legal

Jaime Salas Astrain 158x158

"...A pesar de la nutrida bibliografía surgida en todo este tiempo, suelen abundar los textos de carácter general, pero se extrañan otros de naturaleza más bien monográfica que permitan el estudio reflexivo de las diversas materias propias del proceso penal (...) El autor, haciéndose cargo de este desafío, se aboca al análisis de unos de esos ámbitos aún no abordados por la doctrina..."

El destacado profesor y juez del Tribunal del Juicio Oral en lo Penal de Valparaíso, Francisco Hermosilla Iriarte, presenta de la mano de la Editorial Librotecnia su nuevo libro titulado “Valoración de las declaraciones de acusados y coimputados”. Este trabajo viene a la vida después de casi dos décadas de entrada en vigencia del sistema de enjuiciamiento criminal que nos rige. A pesar de la nutrida bibliografía surgida en todo este tiempo, suelen abundar los textos de carácter general, pero se extrañan otros de naturaleza más bien monográfica que permitan el estudio reflexivo de las diversas materias propias del proceso penal que todavía permanecen sin ser abordadas de manera sistemática.

El autor del libro, haciéndose cargo de este desafío, se aboca al análisis de unos de esos ámbitos aún no abordados por la doctrina que nos rodea. Es así como, con una metodología acentuadamente inductiva, revisa una multiplicidad de sentencias nacionales y extranjeras con la finalidad de poner en evidencia los diversos problemas que pueden suscitarse a propósito de la declaración prestada por un imputado en el contexto de la persecución penal seguida en su contra. Se trata de una cuestión de primerísima importancia de cara a una posible sentencia condenatoria, desde que el artículo 340 inciso final del Código Procesal Penal —con el especial propósito de evitar confesiones forzadas— dispone en forma terminante que no se podrá condenar a una persona con el solo mérito de su propia declaración.

El trabajo se divide en dos capítulos. El primero analiza la declaración individual del imputado, tanto aquella prestada ante el juez de garantía o de manera extrajudicial con motivo de la indagatoria como la declaración del acusado en juicio y su valor probatorio. El segundo, en cambio, desarrolla la valoración de la declaración de los coimputados en el juicio oral.

Respecto del primer capítulo de esta obra destacan, especialmente, dos cuestiones que parecen cruciales a la hora de evaluar el estado actual de la legitimidad de las sentencias condenatorias dictadas en nuestro país. Me refiero al problema de las pretendidas declaraciones del imputado verificadas en la etapa de investigación y llevadas luego al juicio por testigos de oídas. El autor hace un juicio crítico de esta práctica, distinguiendo diferentes situaciones, para analizar a continuación por qué este tipo de evidencia de cargo debiera ser rigurosamente cuestionada en la audiencia de preparación del juicio oral a la luz del derecho del imputado a guardar silencio. Un segundo asunto importante que se revisa en el primer capítulo de este libro, entre otros, es el relacionado al efecto procesal del silencio del imputado y la valoración que debe hacer el tribunal de las declaraciones auto-incriminatorias. Esto último también constituye un asunto de suma importancia, no solo por sus ribetes teóricos, sino además, y especialmente, por la práctica cada vez más generalizada en Chile en orden a que los imputados renuncien a su derecho a guardar silencio y presten declaraciones auto-incriminatorias con la única finalidad de optar a una pena atenuada conforme a los criterios generales que rigen el proceso de la individualización de la pena, o con el propósito de que el Ministerio Público haga uso de alguna de las facultades discrecionales que la ley le reconoce en esta materia. Piénsese, por ejemplo, en las reglas especiales contenidas en los artículos 407 inciso 4 o 395 inciso 1° y 2°, ambos, del Código Procesal Penal. Con todo, se echa de menos en este trabajo algún acápite que analice la naturaleza de la aceptación del imputado en el contexto de los procedimientos auto-imputativos —simplificado y abreviado— ya que, ciertamente, esta actitud asumida por el encartado se encuentra a medio camino entre su silencio y la declaración derechamente prestada de conformidad a lo dispuesto en el artículo 98 del Código Procesal Penal. Así las cosas, sería interesante clasificar esta postura del imputado, contrarrestándola con el derecho a guardar silencio y la posibilidad de declarar sobre los hechos y su eventual participación en los mismos.

En lo relativo al segundo capítulo del libro que se comenta, el autor se esfuerza en analizar una serie de problemas legales y fácticos vinculados a las declaraciones de coimputados en el juicio oral. Analiza con destreza diversas hipótesis y se hace cargo de las dificultades que podría acarrear al proceso valorar en perjuicio de un imputado los dichos de cargo de otros acusados por unos mismos hechos. La complejidad de este asunto estriba en considerar los dichos de otros encartados como verdaderas declaraciones de testigos de cargo en circunstancias que —en principio— no son terceros sin interés en el resultado de la causa. En virtud de lo anterior, excluye la posibilidad de valorar tales declaraciones en ciertos casos y analiza con rigurosidad aquellas otras que sí podrían tener un tratamiento diferenciado.

Como puede observarse, este nuevo y esperado libro de Francisco Hermosilla constituye un valiosísimo aporte a la doctrina procesal y un texto de lectura obligada para los operadores del sistema de enjuiciamiento criminal.