El Mercurio

Juan Eduardo Ibanez 158x158 2

Señor Director:

En el debate que ha surgido respecto del propósito de la empresa, es encomiable que el presidente de la Sofofa haya destacado los deberes de las mismas para con todos sus stakeholders, de manera de generar valor en el largo plazo y aportar a la prosperidad del país. Llama la atención, sin embargo, que invite a trascender los arreglos contractuales, para basarse en un pegamento mucho más firme, que sería la confianza. Sobre esto caben, al menos, dos lecturas.

Por una parte, un llamado a ir más allá de lo legal, en el sentido de generar relaciones justas y correctas con el entorno, lo que es de suyo positivo, pues significa una visión más amplia sobre la relación de la empresa y la sociedad. Sin embargo, también denota una falla o deficiencia en los arreglos contractuales disponibles, pues estos no estarían capturando —ni resolviendo adecuadamente— las complejidades de una empresa moderna en sus relaciones con sus grupos de intereses. Grave falla si consideramos que generar confianza en el tráfico mercantil es uno de los objetivos primordiales del derecho contractual.

De lo anterior se sigue la urgente necesidad de actualizar y modernizar los acuerdos contractuales disponibles y en uso, con el fin de que estos reflejen el propósito de una empresa moderna (con todos los paradigmas del siglo XXI que menciona E. Tironi), restablezcan la conmutatividad de las prestaciones, incorporen principios generales del Derecho —como la buena fe, la costumbre local y la equidad— y, en fin, establezcan medidas de transparencia y de gestión de controversias para lograr la mencionada confianza de sus stakeholders. Solo al mejorar las formas contractuales, internas y externas, la empresa recuperará la confianza de su entorno y estará fundando una relación duradera que ha de generar valor en el largo plazo, tal como lo exigen sus accionistas y la sociedad en su conjunto.

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