Revista Ya - El Mercurio

Angela Vivanco 158x158 3

Ángela Vivanco: “Este poder antes yo no lo tenía”

'Creo que hoy el poder, la capacidad de intervención es la mayor que he tenido. El poder concretar y materializar ideas, cosas que has soñado, que has pensado, y decir: ‘esto es lo que yo quisiera para mi país'. Este poder antes yo no lo tenía. No es que tengas un mando supremo, sino que puedas concretar ideas. En mi caso, la forma de sentirme partícipe de lo que es el Poder Judicial es que uno puede cristalizar lo que uno piensa en fallos. Decir: ‘este fallo me refleja en todo lo que yo creo, y refleja lo que yo pienso que es la solución más justa'. El primer gran fallo que desarrollé y que yo redacté fue sobre identidad de género, sobre una persona que pidió el cambio de nombre y sexo registral, y se lo conseguimos. Ahí me sentí muy contenta. Cambias la realidad, tú eres un interviniente, es tremendo. Es también una gran responsabilidad, porque esa persona no va a tener otra oportunidad como esa en la Corte Suprema. Está en tus manos y eso se ve físicamente.

Pero nunca sabes qué es lo que va a pasar. Yo he tenido a lo largo de mi vida muchas subidas y bajadas. He estado en una posición muy relevante y de poder, con influencia, y de repente he pasado a una cosa mucho más limitada. Todo eso es una vivencia importante, porque va marcando quién eres tú en realidad. Yo sigo siendo la misma persona, más allá de que en un tiempo estuve en política, un tiempo fui vicerrectora académica de la Universidad Santo Tomás y ahora estoy en la Corte Suprema. Uno tiene que ser, en ese sentido, súper humilde.

Cuando yo era joven y comencé mi carrera como académica, no veía la Corte Suprema como una posibilidad. Era algo muy remoto, una cosa más bien críptica, más masculina y distante, incluso para los hombres, y para las mujeres, qué decir.

Muchas veces a lo largo de mi vida he trabajado con hombres, algunos con pésimo carácter, que te subían y te bajaban, y uno lo aceptaba.

Nunca he sido de mucho autobombo, nunca me gustó, pero en lo que he cambiado con el tiempo es que hay cierto tipo de cosas que ya no acepto, como que te pasen a llevar, ya no lo acepto. Cuando era joven me pasó muchas veces, porque uno no aquilata lo que uno es. Hay una cierta forma de tratar a las mujeres, que en cierto punto es paternalista. Porque eres mujer, la gente cree, por ejemplo, que pueden opinar sobre ti, que pueden decirte: ‘yo que tú no me pondría esa chaqueta'. De joven recibía comentarios así. Y hoy pienso: ¿por qué acepté ese tipo de cosas?, esas intervenciones paternalistas, como ‘mi hijita usted debería...'. Con el paso del tiempo, eso no tiene ningún sentido.

Hoy en día, la forma en que yo puedo mandar o dirigir, trato de que sea lo más respetuosa y clara posible, nunca agrediendo y tampoco transformándome. Hay mujeres que creen que para mandar o para vivir en un mundo de hombres tienen que transformarse en un energúmeno'.

Descargar