Revista Ya

María Elena Santibáñez 158x158

1 Yo nací en Concepción y me fui a vivir a Arauco, un pueblo bien chico. Mis papás eran notarios. Mi familia es del sur y creo que eso marca personalidad. Entré al colegio con 4 años. Eso significó que entrara a la universidad con 16 años. En Arauco estudiamos en un colegio fiscal, porque no había colegios particulares y ese aprendizaje para mí fue clave. Me crié con niños jugando a pata pelá, yendo a la playa, hasta cuarto básico. Esa parte de mi vida la recuerdo con harto cariño.

2 Venirnos a Santiago para todos fue muy traumático. Si lo tradujera al lenguaje de hoy, viví una especie de bullying. No tenía amigas, me sentía súper excluida, era un colegio de puras mujeres, imagínate el shock. Un momento clave fue cuando me hice amiga de una compañera que tenía una panadería en Conchalí. Me encantaba ir donde esa familia, porque mi papá y mi mamá empezaron a tener problemas. Cuando yo estaba en tercero medio, mis papás se separaron. Mi papá se fue de la casa un 25 de diciembre, el día de Navidad. Él era todo para mí.

3 Entré a Derecho en la Católica y de nuevo no conocía a nadie, había muchas personas de colegios muy ABC1, que se conocían entre ellos. Entonces, también fue medio complicado meterme ahí y me sentía chica, tenía 16 años. (...) En tercer año, iba camino a la universidad, me bajé de la micro y me atropelló un auto. Congelé ese año y nos fuimos a Europa con mi mamá. Volví a un curso más abajo, un muy buen curso, conocí a mi marido ahí y entré a clases con Enrique Curi, que fue quien me marcó la vida profesional, fue mi mentor. Me llevó a hacer clases, a mi primer trabajo.

4 El formar o moldear vidas para mí ha sido súper marcador. Creo que mis alumnos me ven como un modelo, porque siento que no me creo el cuento. Ellos son como esponjas, ven las formas en como litigas o como trabajas. Trato de inculcarles ciertos valores, relacionados con la ética profesional, de cómo se van a desempeñar, y les digo siempre: tienen que ser valientes. A las niñas les digo que tienen que trabajar. No vengan a estudiar acá para irse después a su casa.

5 Yo trabajo en lo penal, en temas de abuso, y una gracia que tengo es que soy capaz de ser empática con la gente. ¿Me he puesto más dura para perseguir?, sí. Hoy en la clínica jurídica tenemos 300 casos. Además, hago clases de Penal y Procesal, en diplomados, para la academia judicial. Voy al Congreso a proyectos de ley, formo parte de la comisión para la Reforma Procesal Penal. Y, este año, Lucy Ana Avilés me financió el proyecto 'Niños', donde atendemos a víctimas menores de edad, de delitos sexuales y violentos, con un equipo multidisciplinario. También estoy a cargo del tema del protocolo para toda la universidad, que incluye todas las denuncias internas.

6 Cuando tengo un jefe o una jefa es muy importante para mí admirar a esa persona, que el equipo admire a quien los lidera. Y lo otro, es que sé delegar porque confío en mi equipo. Si no delegas, es imposible.

7 Cuando formo un equipo me fijo en sus habilidades blandas y que sean todas personas de excelencia desde el punto de vista intelectual. También veo cuál es su compromiso social y la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona. La gente que trabaja conmigo lo hace porque eligieron estar acá, vibran igual que yo con el trabajo que hacen. Esa es la gracia. Nadie está aquí porque le tocó.

Leer aquí