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Si alguien clona nuestras tarjetas o roba sus datos, la Superintendencia de Bancos no será de mucha utilidad. Sus facultades están limitadas a mantener la estabilidad del sistema bancario. Los bancos nos preguntarán si tenemos seguros, y si no, no devolverán lo pagado.
Si el daño se produce por culpa nuestra -le entregamos nuestras tarjetas a un conocido que las utiliza, o compramos en sitios web sin medidas de seguridad - los bancos tienen razón. En este caso, la obligación de ser cuidadosos es nuestra. Si la clonación o robo de datos se produce por deficiencias de los sistemas de seguridad del banco, no se requiere un seguro para que se hagan responsables.
Los bancos deben adoptar las medidas de seguridad necesarias para que usemos con confianza nuestras cuentas y tarjetas bancarias. Por mantener seguro y disponible nuestro dinero, el banco recibe comisiones y el interés que gana por prestarlo a otras personas.
Si vemos una oferta en un sitio web de dudosa procedencia, mejor no nos arriesguemos, pero si nos clonan la tarjeta de crédito en un cajero automático, o una institución financiera sufre un ataque informático, es el banco quien debe responder, siempre.
