El Mercurio

Daniel Siciliano 158x158

Daniel Siciliano aterriza en Chile esta semana. No es su primera vez en el país. El académico de la Universidad de Stanford es también profesor visitante de la Pontificia Universidad Católica de Chile y expondrá este jueves ante gran número de empresarios chilenos, en un encuentro de buenas prácticas empresariales organizado por la Sofofa en la viña Santa Rita.

El gremio fabril ha decidido enfrentar estos desafíos de cerca y ha trabajado para tratar de mejorar la imagen del sector empresarial frente a la ciudadanía, que hoy se siente alejada y desconfía de ese mundo.

Para Siciliano, la clave es transparencia, transparencia y transparencia. Perder el miedo de compartir información a consumidores, empleados, accionistas e inversionistas, y ser cada vez más abierto como empresa. En Chile, eso aún es una tarea pendiente, afirma.

-¿De qué se tratará su exposición en el encuentro de la Sofofa?

"El ángulo particular en que me enfocaré es que la tecnología e innovación son muy importantes en los cambios actuales de las empresas. La forma en cómo los directorios tienen que pensar en lo que hacen, y en particular la manera con que las empresas, como un todo, tienen que estar atentas sobre el rol que los gobiernos corporativos y los líderes del directorio juegan respecto a si la compañía será exitosa o no. Se puede lidiar con crisis y problemas de buena o mala manera".

"Todas las empresas del mundo se están enfrentando con estas situaciones, pero ello es un poco más interesante en Chile. Si bien varias de las firmas chilenas han sido muy exitosas, también han sido un poco más cerradas y opacas que otras empresas en otros lugares del mundo".

-¿A qué se refiere?

"En Chile hay empresas de distintos tamaños. Industriales, mineras, del retail , y han sido muy exitosas, incluso han entrado al negocio internacional. Sin embargo, las compañías chilenas no son todo lo transparente que podrían ser. Hoy, no hay que entregar solo la información que requieren las autoridades. No hablo solo de lo que la empresa tiene que decir al Gobierno y al público, sino que del modo en que estas empresas comparten o no los detalles con los accionistas y el público en general".

"No creo que haya que tomar prácticas de otros lugares del mundo y decir que tienen que hacer igual, eso no funciona muy bien porque cada país tiene sus particularidades. La razón de por qué me gusta venir a Chile es porque siempre aprendo mucho, tienen una economía muy interesante y única, y han hecho cosas muy innovadoras. Dicho eso, creo que las empresas tienen que pensar en lo que ha cambiado en los últimos 10 o 15 años, porque eso exige mirar su estrategia de una manera distinta respecto de cómo comparten o no información".

-¿Cómo explica que una economía tan abierta y de libre mercado como la chilena haya vivido estos casos de colusión?

"Ese problema en Chile es un problema serio, pero también es una señal de éxito. Lo que quiero decir con eso es que a la economía le va bien, a los negocios también. Crecieron tanto que coludirse se tornó algo muy rentable porque hay un mercado exitoso, que crece, con comercio interno y externo. No estoy diciendo que las malas prácticas son algo positivo; pero si miras a economías que están fallando, lo que tienen en común es una gran corrupción interna que terminó por destruir a las empresas y debilitar los mercados. De todas las cosas malas que pueden tener, esa no es la peor porque hay empresas que están portándose mal de una manera anticompetitiva. Sin embargo, esto ocurrió justamente porque existe un mercado muy competitivo, con una gran base de consumidores y una clase media en ascenso".

"Desde un punto de vista académico, no sabemos si la tasa de malas prácticas -ya sea colusión, fijación de precios o mentiras- subió, bajó o permaneció igual en las últimas décadas, porque no tenemos mucha información sobre lo que realmente ocurrió hace 15 o 20 años. Es difícil entender la tendencia".

-Los gremios han trabajado en recuperar la confianza de la ciudadanía, porque algunos casos de malas prácticas empresariales han dañado la imagen del sector empresarial. ¿Cómo se pueden recuperar dichas confianzas?

"Lo que sí cambió es que ya no es rentable en una economía libre y moderna mantener las malas prácticas como un secreto por mucho tiempo. Eso no era una verdad hace cinco o diez años, pero es una realidad que cambió. Todo lo que haces ahora se observa, hay redes sociales. Antes, si los ejecutivos querían hacer una reunión secreta y que nadie supiera, probablemente lo lograban, y ahora no es así ".

"Los secretos hoy duran muy poco, siempre se van a conocer. Hay que crear una cultura que sea muy transparente y que revele lo máximo posible sin que ello afecte su competitividad o estrategias de crecimiento. Pero puedes ser proactivo y decir: decidimos no llevar a cabo la expansión de esta obra y construir tal cosa acá porque, más temprano que tarde, la comunidad lo va a descubrir. Si no cuentas la historia y si no tienes esa discusión en los altos mandos de la empresa mucho antes, la reacción te puede tomar por sorpresa. Además, tienes que comunicar muy bien a los accionistas, inversionistas, consumidores y empleados".

-¿Estas acciones de transparencia pueden ayudar en la recuperación de las confianzas?

"Sí. Es difícil, porque toma tiempo, pero mirar y hablar sobre estas cosas con cierta frecuencia hace que las personas pongan más atención".

"Consumidores e inversionistas son sofisticados, inteligentes. Ellos saben que el cambio es difícil. Cuando se conoció el escándalo de Wells Fargo lo que más molestó a las personas fue, primero, que su banco les había estafado, pero lo que molestó aún más fue la sensación de que los altos ejecutivos de la empresa sabían de todo y se beneficiaron de ello. Inversionistas y consumidores perdonan más fácil cuando los líderes empresariales les dan el debido crédito".

-¿Cómo cambiar la cultura de ser una empresa cerrada a una abierta?

"Hay algunas maneras de hacerlo. Primero, las compañías tienen que reconocer que el ambiente de entrega de información es muy distinto hoy. Casi toda la información se filtra y las personas van a empezar a asumir cosas. La decisión de compartir o no información ya no es una opción. Es muy difícil para la cultura corporativa aceptar eso, pero es la realidad. Una vez hecho eso, tienes que pensar sobre los secretos críticos, que es información privada que puede afectar la competitividad. Esos están en una categoría muy particular, son sensibles, y tienes que hacer todo lo que puedas para protegerlos. Pero hay una categoría mucho más amplia que muchos confunden con la categoría anterior, que es información considerada 'difícil' o 'complicada', que puede ser inquietante o desafiante".

-¿Entonces usted cree que la clave no es mayor regulación, sino que un cambio en la cultura interna de las firmas?

"La regulación puede ser buena o mala, dependiendo de cómo resulta. Uno de los desafíos de la regulaciones es que si se crean reglas para prevenir las malas prácticas, estas tienden a ser para las malas prácticas actuales y no las que van a surgir. Es difícil adivinar cuál va a ser la próxima conducta indebida".

"Cuando hay una empresa grande que pasa por un escándalo, las personas piensan que todos son ladrones y mentirosos, y eso es muy malo para su negocio. Entender que se pueden hacer cosas para minimizar ese problema es tan convincente como una mayor regulación en muchos casos".

"Uno de los desafíos de Chile es que cuando se habla de director independiente las personas piensan que es alguien que no sabe de nada, que no está bien informado o que es un activista, o alguien ajeno, que quiere cambiar la empresa. Los mejores directores independientes piensan y quieren que la empresa prospere, sin embargo harán muchas preguntas, lo que puede ser molesto, pero ellos no están ahí para echar todo a perder, sino que para ayudar y poner las empresas a prueba".

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