El Mercurio

Ricardo Irarrázabal 158x158

Señor Director:

Al cumplir nuestro país 206 años, es oportuno reflexionar sobre lo que somos. Y qué mejor que recordar la famosa homilía del cardenal Raúl Silva Henríquez en el Te Deum de 1974. El cardenal no se quedó en la contingencia y habló del alma de nuestro país: "Chile quiere seguir siendo Chile (...) estar como antes, como siempre, a la cabeza del reino de los grandes valores; pequeño y limitado, tal vez, en su potencia económica; grande y desbordante en su riqueza de espíritu".

Una de las grandes metas que como país nos hemos planteado es alcanzar prontamente el nivel de "desarrollado". Pero antes de poner títulos a nuestros objetivos, tenemos que volver la mirada al alma de nuestro país, aquello que nos hace únicos, y con eso construir el futuro que anhelamos.

Los chilenos nos jactamos de cómo somos: el 71% está orgulloso de la historia de Chile con todo lo bueno y lo malo, según datos de la última Encuesta Nacional Bicentenario Universidad Católica-GFK Adimark. Además, el 64% cree que Chile es el mejor país para vivir en América Latina. Pero ¿cómo es realmente el chileno? Ese mismo estudio arrojó que el 79% cree en Dios y alrededor del 40% tiene el hábito de rezar a diario. Otra encuesta, de la Fundación Trascender y Adimark, señaló que el 70% considera que somos un país solidario.

Sin embargo, nos queda mucho. Debemos trabajar juntos por superar los dolores de nuestra alma chilena, y para eso es relevante participar en la vida pública. Resulta fácil restarse de la discusión y echarles la culpa a terceros. Ya lo dijo el Papa Francisco: "Tenemos que involucrarnos en la política, porque la política es una de las formas más altas de la caridad, porque busca el bien común".

En este Mes de la Patria recordemos que a Chile lo construimos todos y que de eso nadie debe marginarse.