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Quien transita en Roma por la Vía Apia Antica en dirección a las catacumbas, o a sea saliendo de la ciudad, se encontrará con una capilla al lado del camino, en el lugar donde San Pedro, arrancando de Roma, se habría encontrado con el Señor cargando la cruz camino a Roma. San Pedro le preguntó "Quo Vadis, Domine?" (¿Dónde vas Señor?) a lo que Cristo le respondió "Romam vado iterum crucifigi", esto es, "Voy a Roma para ser crucificado de nuevo". San Pedro, avergonzado, vuelve a Roma donde finalmente es martirizado.

¿Quo Vadis Chile? Parece que todos preguntan, mirando al país desde la vereda de al frente. Políticos, periodistas, columnistas y un largo etc. Todos opinan. Que los casos de corrupción. Que las boletas. Que el tráfico de influencias. La decadencia de la República ¿necesitaremos a un Cicerón?

Por su parte, aquellos que debían defendernos – y que fueron elegidos para ello -, apenas pueden articular defensas razonables, y en eso se les va el día. Se habla de falta de liderazgo y conducción. ¿Vacío de poder? Si, pero no solamente por parte del Gobierno. También por parte de todos aquellos – me incluyo – , que miramos este tema desde afuera apuntando con el dedo acusador. La sociedad es más que el puro Gobierno, aunque muchas veces este último sea un reflejo del actuar social. La sociedad son las personas, los cuerpos intermedios y al final, el Gobierno. ¿Subsidiariedad? Sí, y con más ahínco. Algunos piden un acuerdo político, cuando en realidad lo que se requiere es un acuerdo que convenza al cuerpo social, ya que solamente de esta forma dicho acuerdo tendrá legitimidad. Y ese acuerdo requiere sinceridad en el diagnóstico y disculpas de algunos, no cabiendo amnistías formales o informales (cuando determinados órganos, en ejercicio de su discrecionalidad administrativa, optan por no accionar). Pero lo más importante, un acuerdo que apunte a un principio que está escrito con letras doradas en el artículo 1° de nuestra Constitución: el Bien Común, como las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible. Concepto que debiera estar presente en el discernimiento de cada una de nuestras acciones políticas. Principio que de aplicarse, cambiaría totalmente el tejido social. Principio síntesis del actuar subsidiario del Estado y de la solidaridad ciudadana.

Es por eso que ante un vacío de poder, ese espacio ha de ser llenado por la sociedad. Que las empresas presenten sus propuestas, no de arreglos sociales, sino que de corrección y prevención para evitar que situaciones como las vividas se repitan al interior de las empresas. Que los gremios no solamente miren la conveniencia gremial, sino que la sociedad en forma completa. Que los partidos políticos se reformen en temas de transparencia presupuestaria, lo cual parece lógico y obvio, y que por otra parte, incluyan centros de estudios y análisis al interior de los partidos, para que los partidos no sean solamente entidades instrumentales a las elecciones municipales y parlamentarias, sino que tengan un componente intelectual y profesional vigoroso, lo cual sirve de contrapeso a las tentaciones electorales y populismos varios. Y en relación al Gobierno, que es el actor principal, un ejercicio de humildad, sinceridad y transparencia, necesario y debido. La responsabilidad en este caso es mayor, ya que todo lo que haga o no haga influirá en la legitimación de cualquier reforma que se haga.

Hay que dejar la inercia y volver a mirar la República con mayúscula. Ese tesoro republicano que está ahí y que no se puede perder. Aún hay Patria ciudadanos, decía Manuel Rodríguez.

¿Quo Vadis Chile? No arranquemos sino que demos vuelta y enfrentemos la situación. La respuesta la tenemos cada uno y todos: el bien común. Y no esperemos que otro parta. Comencemos cambiando nosotros y rescatemos la noción de Bien Común. En nuestras familias. En la junta de vecinos. En el partido político. En el gremio. En el Estado.