Pulso

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En relación con la carta del periodista Patricio Segura (PULSO, 6 de octubre), creo importante señalar que la discusión sobre ordenamiento territorial es relevante y muy importante para el país, por lo que no es bueno caer en argumentos simples o en descalificaciones a priori.

Es fácil plantear estos temas como un asunto de "buenos contra malos", polarizando la argumentación y no generando vías de encuentro. Lo difícil y desafiante es justamente lo contrario, poder compatibilizar los tres pilares interdependientes del desarrollo sustentable a través de la gestión ambiental, centrando la misma en la persona humana. Es algo a lo que he dedicado toda mi vida, ya sea desde el ámbito público, como en lo académico y profesional. Y no voy a renunciar a ello.

En relación al tema que nos convoca y a la propuesta formulada, el ordenamiento territorial, sea vinculante o no, debiera estar supeditado a directrices que debieran provenir de los planes regionales de Ordenamiento Territorial, los cuales a su vez debieran someterse a Evaluación Ambiental Estratégica.

En base a dichas directrices, se compatibiliza la zonificación vinculante dentro del límite urbano con la zonificación inversa planteada para nuestras áreas protegidas. Y es en la zona intermedia (fuera del límite urbano y de las áreas protegidas), donde se sitúa el espacio para instrumentos económicos, generando incentivos o desincentivos de zonificación, basados justamente en las directrices de la planificación territorial.

Ello debiera ir acompañado de instrumentos eficaces que conserven nuestro patrimonio natural y cultural por parte del Estado -evidentemente en predios de propiedad fiscal-, pero incentivando también al sector privado a involucrarse en dicha conservación. De ahí la importancia de la discusión sobre el proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Areas Protegidas y de la revisión de la Ley de Monumentos Nacionales.