La Tercera

claudio alvarado uc 96x96

Señor director:

Ernesto Aguila señala en columna del miércoles que "la eliminación de los sistemas de selección por proyecto educativo aumenta la capacidad de elegir de los padres". Esto a primera vista puede parecer sensato, pero las cosas no son tan sencillas. La llamada (y muchas veces mal entendida) libertad de enseñanza consiste en que los padres puedan elegir un proyecto educativo acorde a sus ideas y principios. Para ello es necesario no sólo que las familias cuenten con la posibilidad de elegir los colegios que en su opinión se adecuan mejor a la formación que quieren dar a sus hijos. También se requiere que esos colegios puedan manifestar a una determinada familia, cuando corresponda, que no están en condiciones de darle lo que esa familia espera.

Por ejemplo, un colegio que enseña en inglés no discrimina (en términos arbitrarios) cuando "excluye" a una familia que se niega a que su hijo hable ese idioma. Tampoco lo hace un colegio judío o protestante que niega el ingreso a una familia católica. En estos y otros casos semejantes, lo que se dice a las familias no es "yo no quiero a su hijo como alumno", sino "usted no quiere realmente este colegio".

Sin duda existen mecanismos de selección escolar que deben ser revisados. El punto es que ello no puede llevarnos a tratar a las familias como meros consumidores que compiten por un producto, porque la educación es cualquier cosa menos un commodity independiente del establecimiento que educa. Si algo diferencia a la educación entregada por cada establecimiento es precisamente su proyecto educativo y, por tanto, la admisión escolar no puede depender exclusivamente de un sorteo.

Si realmente deseamos distinguir libertad de educación de libre emprendimiento debemos asumir que una de las condiciones básicas de la libertad educativa es la existencia de mecanismos que permitan a un colegio asegurarse de ser elegido por el Proyecto Educativo Institucional (PEI) que lo define y no por factores extrínsecos.