Financiero

cristian saieh96x96

No sabemos cómo fallará la Corte, pero sí podemos esbozar ideas de cómo preparar una estrategia para abordar el conflicto que se suscitará. Se ha hablado de serenidad, mesura, calma, entre otras nobles palabras. Falso, ya que eso no ocurrirá. Pecar de ingenuos sería pensar que no habrá fuertes y destempladas reacciones ya que cualquiera sea el resultado, no dejará conformes a ambas partes o una de ellas y se desatarán conflictos. ¿Qué hacer?
 Al enfrentarnos a una cultura diversa conviene preguntarse si nuestro vecino país realizará acciones desconocidas e imprevistas. Lo primero es abstraernos de nuestros presupuestos y pensar que Perú y sus habitantes no harán lo que nosotros creemos deben hacer.

Los chilenos y nuestras autoridades debemos ponernos en el peor de los escenarios: el conflicto será de alta intensidad y violencia. La intensidad se refiere a la importancia que para las partes tiene ya que para cualquier país, un problema de soberanía es de la máxima relevancia porque no hay nada peor que perder territorio y no hay nada más reconfortante que "recuperar lo usurpado". De acá a la violencia el paso es corto. Ésta se vincula a los modos de expresión del conflicto y los recursos que se utilizarán para cumplir los objetivos.

No estamos hablando de una guerra, que sería exagerar, pero la violencia tiene distintas expresiones como escaramuzas entre habitantes (más de 120.000 peruanos que viven en Chile); problemas en pasos fronterizos; relaciones comerciales que se deteriorarán; competencias deportivas que se agudizarán o ya olvidamos cómo los peruanos recibieron a los seleccionados chilenos en la última visita clasificatoria, con multitudes rompiendo vidrios del bus que los trasladaba al hotel y denostando violentamente a los jugadores.

Entonces, es indispensable reflexionar acerca de cuáles son los atributos que caracterizan a la otra parte y blindarnos frente al curso de toda estrategia que pueda tomar. Recordemos que ellos también poseen sus prejuicios y que debemos esforzarnos para mirar el mundo como ella lo hace. Así, no es tan relevante saber que el otro no tiene la razón ya que lo clave es entender que tendrá una lectura distinta del fallo y que tiene derecho a interpretarlo como le parezca.

Aceptado esto, debiéramos estimar qué comportamientos serían inesperados e imaginar aquello que consideramos tan inapropiado que ni siquiera tendría sentido mencionarlo a la hora del análisis. También debemos preguntarnos por aquellas actitudes nuestras que podrían resultar inconcebibles para el país vecino.

Las autoridades chilenas, la sociedad como un todo no debe dar nada por obvio, sino que analizar cada escenario minuciosamente, sin juzgar lo que la otra parte entenderá del fallo, lo que será crucial para definir nuestra estrategia y garantizar que el conflicto que se desatará no tome cauces de intensidad y violencia imprevistos.

Que no nos pille el conflicto que se suscitará mal preparados.