La Tercera

juanemilio cheyre96x96

Ante el inminente fallo que conoceremos el 27 de enero, un análisis de escenarios posibles parte por definir las certezas e incertidumbres existentes. A los chilenos la demanda del Perú nos dolió y nos duele, ya que en varias ocasiones -y formalmente- sus autoridades habían establecido que los problemas pendientes estaban concluidos. Tan cierto como lo anterior es que a partir de allí Chile, como política de Estado, emprendió un camino de honrar los tratados vigentes y llevar adelante una defensa de sólida argumentación, coherente y con apoyo ciudadano.

Independiente de lo anterior, un fallo nunca puede adelantarse. En ese sentido, sólo conoceremos el resultado cuando éste se emita. La certeza más dura de asumir es que en el Derecho Internacional hay poco o casi ningún espacio para contrarrestar un fallo que a una de las partes no satisfaga. Es un hecho que ambas están obligadas a respetar el fallo en la forma y tiempos que se acuerden. En el plano de las certezas hay razonable consenso que ambos gobiernos se han comprometido en tal sentido y lo han hecho con importante apoyo societario y político a esa línea de acción.

Las incertidumbres no son menores. Nadie puede aventurar cuál será el contenido del fallo. Por eso, en ambos países existe incertidumbre de los efectos que éste pueda tener en sectores del país que vean insatisfechas sus aspiraciones. Es lógico pensar que habrá descontentos. A no dudar, los más afectados pueden ser poblaciones y actividades cuyo quehacer se vincula con el área objeto de la controversia. También es incierto el carácter del fallo en cuanto a su contenido, que puede ser más o menos radical con respecto a lo existente. Ello incidirá en la percepción de pérdidas o ganancias que se hagan en los respectivos países.

Un análisis de certidumbres e incertidumbres lleva a establecer que apostar a un escenario de alta posibilidad de ocurrencia es una aventura irresponsable. Sin embargo, hay dos hechos portadores de futuro incuestionables. Chile y el Perú seguirán siendo vecinos. Ambos países pueden profundizar y concretar un potente proyecto de integración.

Por eso, lo razonable es orientar todas las energías, capacidad y proposiciones al único espacio en el cual en este momento se puede actuar, ya que todo el resto está jugado. Me refiero a buscar dar sustento sólido, vía tratado u otro instrumento, que posterior al fallo siente las bases de un nuevo tipo de relación entre Perú y Chile. Será vital asegurar que no existirán más demandas y temas pendientes. También concretar lineamientos para una relación profunda más allá de lo meramente económico. Temas como la cultura, la educación para construir una historia que respete ambas visiones del pasado, la solución de posibles controversias, el vínculo fronterizo, la energía y otros aspectos son importantes.

Chile actuó en esa línea con Argentina, y Perú con Ecuador después de serios conflictos no tan lejanos. Este es el momento de aplicar el mismo tipo de fórmula a dos países que están llamados a superar más de cien años de desconfianzas. Construir una relación que a ambos potencie iría en beneficio de ambos pueblos.