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Hace unas semanas, en el marco de un seminario organizado por KPMG, Pablo Echeverría, presidente de Moneda, se refirió de lleno al Caso Cascada, desmintiendo las imputaciones que en su contra ha hecho el controlador de este grupo de sociedades, Julio Ponce. Sin embargo, además de referirse a la coyuntura, el ejecutivo hizo mención al mercado de capitales, gobiernos corporativos y al rol que de a poco han venido asumiendo los accionistas minoritarios en el mercado local, catalogándose a sí mismo como un accionista activista, como en EEUU llaman a los inversionistas que son activos en proponer cambios en la administración de las compañías.

Un término atractivo y que cada vez se repite más en el mercado doméstico, no sólo a la luz de casos que ponen a los minoritarios como protagonistas del mercado -como ocurrió con La Polar, Enersis y actualmente con las matrices de SQM-, sino por el propio desarrollo y profundización de la industria.

Sin embargo, ¿cómo es este activismo del accionista chileno? ¿Existe realmente?

Habla la academina

En el mundo académico destacan varios matices diferenciadores entre el "activismo" que se ejerce en Chile, mayormente representado por las AFP, versus mercados como el de EEUU.

De partida, según expone Luis Hernán Paúl, director del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad Católica (CGCUC) en el mercado norteamericano, "los activistas tienen un rol más amplio (...) Al no haber controladores, los activistas pueden influir en la administración y en los directorios en una forma que no es exactamente como lo hacen en Chile las AFP", por tanto sostiene que, sin perjuicio que los inversionistas institucionales puedan nombrar directores, quienes realmente pueden incidir en la dirección de una compañía son los propios controladores.

Otro matiz lo aporta Matías Zegers, también director del CGCUC, quien sostiene que los inversionistas institucionales en Chile no son necesariamente activistas, pero sí activos, lo que es distinto. "En el activismo hay una serie de propuestas que se refieren a la administración de la sociedad, por ejemplo transacciones. Acá el rol es distinto, como revisar si acaso se cumple o no ciertos estándares mínimos como lo son las elecciones de auditorías, remuneraciones del directorio, aspectos que tienen que ver con derechos básicos de los accionistas".

A juicio del experto, lo que explica esto es que "los accionistas cuando no son controladores, como pasa en nuestro mercado, no tienen todos los incentivos para proponer cambios a menos que tengan los votos necesarios para hacerlo".

Nacen agrupaciones

"Hemos visto accionistas individuales muy activos en los últimos escándalos financieros chilenos, como lo fue el aumento de capital de Enersis o el caso Cascada, pero lo cierto es que podrían haber muchos más", afirma el director ejecutivo del Centro de Gobierno Corporativo de la Universidad de Chile, Dieter Linneberg. La razón de ello, es porque, a su juicio, los institucionales "subvencionan al resto de los inversionistas en esta labor, dejándolos solos para dar la pelea".

Una realidad que podría cambiar. Es que a propósito del Caso La Polar, se creó la Asociación de Accionistas Minoritarios (Asoam), iniciativa comandada por la abogada que representó a los accionistas minoritarios de la multitienda, Bárbara Salinas.

Con los estatutos ya creados, el gremio aún afina quiénes compondrán su directorio. Salinas explica que el objetivo es "crear las instancias de protección para los accionistas, de carácter ciudadano y que tenga por objeto velar por sus intereses".

Pero no sólo ello, sino configurarse como un contrapeso válido ante organismos regulatorios y otros accionistas. "Los accionistas minoritarios por definición están dispersos. La única manera de morigerar esta situación es reunirlos en torno a esta asociación".