El Mercurio

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De compañías medianas a grandes y hasta las más poderosas multinacionales. Nadie está a salvo. Los accionistas minoritarios ya no se conforman con votar en las juntas de accionistas. No, quieren mayor poder en la decisión de estrategia de las empresas y, sobre todo, quieren mayores retornos. Para lograrlo ya no solo están transmitiendo sus opiniones a través de sus representantes en el directorio, sino que algunos montan verdaderas campañas públicas contra la administración de las empresas. Son los denominados "accionistas activistas".

Este año, gigantes como Apple, EADS y Sony han enfrentado la ofensiva de fondos de inversión y de pensiones considerados "activistas". La firma de subastas Sotheby's es la última víctima de alto perfil. No solo el fondo Third Point, del millonario Daniel Loeb, con un 9,3% de la propiedad, ha reclamado públicamente la renuncia del CEO de la empresa; sino que un segundo fondo (Marcato Capital Management) está avanzando en una campaña para obligar a la firma a vender sus propiedades en Nueva York y Londres con el fin de usar el dinero para la recompra de acciones.

Cambios de CEO, venta de filiales, modificaciones de estrategias de negocios, freno de aumentos de salarios y pago de bonos, políticas de inversión y pago de dividendos, el espectro de acción de los fondos activistas es cada vez más amplio. Ahí está, por ejemplo, el millonario Carl Icahn, quien mantiene una campaña pública para que Apple recompre acciones por US$ 150 mil millones y comparta su riqueza con sus accionistas. Icahn incluso ha creado el blog "The Shareholders Square Table", en referencia a los caballeros del Rey Arturo, en el que llama a los accionistas minoritarios a tener un rol más activo, exigir verdaderos directores independientes y cuestionar más la labor de los directorios.

Hay dos tipos de accionistas activistas. Está el que usa el activismo como una estrategia de inversión: escoge una empresa, invierte y ataca; y está el accionista que se vuelve activista a causa de una mala decisión o acción de la empresa, explica Josh Black, vocero de Activist Insight, consultora privada que mantiene un catastro de casos alrededor del mundo.

El caso Cascadas se enmarca dentro del segundo tipo. "En este caso, un grupo de accionistas ha levantado un tema que no siempre estamos acostumbrados a enfrentar, y es el legítimo descontento por la gestión, o por los eventuales perjuicios derivados del accionista controlador", afirma Arturo Platt, socio de Gobiernos Corporativos de Deloitte.

Según una encuesta global realizada por la firma legal especializada Linklaters, en los primeros nueves meses de este año, 323 empresas a nivel global han sido el objetivo de las campañas de accionistas activistas. La cifra representa un aumento del 129% respecto de los casos registrados en 2010. Inicialmente los casos se concentraban en Estados Unidos y en el sector financiero, pero en el último año el activismo se ha extendido a otras industrias y otros territorios.

A puerta cerrada

"En Chile también hemos visto casos, con las AFP frenando, por ejemplo, aumentos de las dietas de directores de varias empresas. O el caso Enersis (en que lograron que se reduzca en 25% un aumento de capital anunciado)", explica Dieter Linneberg, director del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile.

Platt recuerda que después de la crisis de los años 80 hubo varios casos de accionistas que cuestionaron públicamente la gestión de las empresas y reclamaron pago de dividendos: "Incluso llegaban con megáfonos a las juntas".

Ciertamente, los momentos de crisis suelen disparar un cambio en el rol de los accionistas. Josh Black, de Activist Insight, atribuye el aumento del activismo en Estados Unidos a la crisis financiera y la reciente recuperación. En Chile, el caso La Polar marcó un antes y un después en los inversionistas del retail , afiliados de las AFP y en el rol de los directores en los gobiernos corporativos.

Pero hay diferencias. En Estados Unidos, la atomización de la propiedad impulsa a accionistas como Daniel Loeb o el millonario Carl Icahn a hacer campañas públicas para convencer a otros minoritarios a sumarse a su postura. En Europa, explica Black, por un tema cultural, los fondos activistas prefieren resolver las diferencias a puerta cerrada.

Algo similar sucede en Chile, donde por la concentración de la propiedad en manos de los controladores, son pocos los accionistas minoritarios que pueden construir participaciones importantes. "Entonces se reúnen las AFP entre ellas o con los otros accionistas y acuerdan una postura común o resuelven el problema. Pero eso va a cambiar en la medida que las redes sociales obliguen a que todo se haga más público", sostiene Linneberg.

Matías Zegers, director ejecutivo del Centro de Gobiernos Corporativos de la UC, agrega que poco a poco los controladores irán reduciendo sus porcentajes de propiedad, debido a la necesidad de financiamiento, abriendo la puerta a una mayor participación de los minoritarios.

Desafío en Chile

El activismo de los inversionistas es un fenómeno que está aumentando lentamente en otros mercados, a medida que se multiplican los inversionistas institucionales, como los fondos privados y family offices , un rol hasta antes reservado a los fondos de pensiones. Después de todo, como ha quedado demostrado en el caso Cascadas, las campañas contra una empresa requieren no solo de dedicación de tiempo, sino también de recursos (costos legales, de asesoría).

Pero, sin duda, también se multiplicarán en Chile. Especialmente si las empresas fallan en atender las mayores demandas de los accionistas minoritarios. "En Chile, los inversionistas institucionales no se caracterizan por ser muy propositivos. Sin embargo, y especialmente debido a la proliferación de family offices y a una mayor atomización en el mercado muy paulatina, es probable que asuman un rol más protagónico", explica Zegers.

Las grandes multinacionales han comenzado a cambiar también su estrategia respecto de los accionistas activistas. Si bien gastan altas sumas en asesorías legales y estratégicas para tratar con ellos, están evitando la confrontación directa. En algunos casos, hasta están escuchándolos.

Puede que esto no sea malo. Un estudio liderado por Lucian Bebchuk, director del programa de Gobierno Corporativos, demostró en julio pasado que en dos mil casos de activismo, el desempeño de las empresas mejoró en un período de cinco años después de la intervención de los accionistas.