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Desde Libertad y Desarrollo, José Francisco García, ha analizado en profundidad el trabajo que ha hechob el Congreso para avanzar en la aprobación de la ley del lobby. Para él, hay que ampliar el foco también al Ejecutivo y a los municipios.

Tal como sale el proyecto de la Cámara de Diputados, ¿se puede augurar una lenta tramitación?

—La incorporación del registro de lobbistas a última hora en la sala, vuelve sobre lo que Chile ha estado debatiendo en los últimos diez años, que ya en algún sentido se había dejado de lado, volver a un sistema muy burocratizado con excesos de entrega de información, con mucha dificultad en la implementación de este tipo de registro.

¿Es un error entonces?

—Se avanza en un modelo maximalista, que lo que tiende a hacer , como bien lo dijo el diputado Jorge Burgos, es más bien a entrampar la aprobación pronta a este proyecto que facilitar su aprobación.

¿Es el registro el principal problema?

—Lo que pasa es que con el registro lobbista se vuelve al foco de un modelo regulatorio que en principio ya había sido dejado de lado en la discusión del último año en la Cámara, que es esta preocupación que existe por regular algo así como el negocio de los lobbys, cuando en realidad la preocupación central del proyecto que estaba sacando adelante el Ejecutivo es el correcto, en el sentido de que el foco tiene que ser no el negocio del lobby, de los lobbistas, la actividad de los lobbistas, sino que cómo aumentamos la transparencia, la eficacia, la imparcialidad, la integridad del proceso de toma de decisiones públicas.

¿Qué otros perfeccionamientos se pueden hacer?

—Se ha discutido mucho sobre la calidad de la información que se va a entregar en estas agendas públicas, la periodicidad, la capacidad de tener información en línea o con mucha más rapidez de la que está presente en el proyecto, que la consolidación de esta información. Esto, para que efectivamente los medios de comunicación, los ciudadanos, la sociedad civil, los académicos, puedan mostrar rápidamente quiénes están haciendo lobby y quiénes están tomando estas decisiones. Que ese proceso sea realizado en semanas, no en meses, por ejemplo, esos perfeccionamientos se pueden hacer.

¿Quiénes son hoy los promotores del registro?

—Yo he visto que en general son partidarios del registro de lobbistas académicos que simpatizan con el modelo norteamericano, el que ha sido bastante criticado desde Europa por tratarse de un modelo que se centra en la regulación de la actividad de los lobbistas y tal vez con menos foco en aumentar la integridad, la transparencia, la eficacia del proceso de toma de decisiones públicas.

Por otro lado, yo también he visto que lo propios lobbistas, grupos, empresas o personas que se han definido en la conversación pública como lobbistas, también son grandes partidarios de ese modelo.

¿Está mal entendido el concepto lobby?

—Yo creo que sí. Tenemos un problema cultural con el lobby, me parece que la razón principal, al menos la razón pública, por la cual los lobbistas simpatizan con el registro de lobby es por eso, porque culturalmente hoy día en Chile se ha demonizado la actividad del lobby. Por lo tanto, antes que nada requiere legitimidad y si hay algo en lo que la conversación pública sobre el lobby tiene que avanzar es en que se trata de una actividad legítima y que, al revés, genera muchos aportes al proceso de toma de decisiones públicas.

¿Está bien centrar la mirada en el Congreso?

—Donde tiene que estar puesto el foco obviamente es en el Congreso. Pero en eso se ha avanzado mucho. Yo creo que en niveles del Ejecutivo y municipios, incluso también en el Poder Judicial, que en algún sentido queda exento de esta regulación del lobby, son lugares donde hay mucha más opacidad que a la que está sujeta el proceso de toma de decisiones que en el Congreso.