Pulso

Guillermo Arthur96x96

Cuando enfrentamos un problema, lo que corresponde es identificar sus causas y a partir de ello buscar las soluciones para eliminarlas o mitigarlas.

Se ha abierto un debate sobre el nivel de las pensiones en el sistema de cuentas individuales y se ha señalado que no cumplen con las expectativas de los afiliados. Hay que recordar que en los sistemas de capitalización individual, la pensión depende de los ahorros y de la rentabilidad de las inversiones. La Comisión Marcel concluyó que para las personas que han cotizado regularmente, las pensiones serán similares a sus ingresos en actividad, afirmación que confirma un estudio de Dictuc, según el cual la tasa de reemplazo para trabajadores con 40 o más años de cotizaciones es entre 77% y 100% para los hombres y entre 48% y 68% para las mujeres, del promedio de las remuneraciones de los últimos diez años. A este resultado ha colaborado la rentabilidad de 8,7% real al año que han obtenido las inversiones y que duplica el cálculo inicial (para trabajadores que ingresaron al sistema en 1981, casi 2/3 de su fondo corresponde a la rentabilidad y 1/3 a aportes). Sin embargo, el sistema está obligado a otorgar pensiones a todos los cotizantes, aunque hayan cotizado sólo un mes, ya que el trabajador es propietario de sus aportes. Esto, que es una ventaja sobre el antiguo sistema de reparto, en que los afiliados que no alcanzaban 15 años de cotizaciones no tenían derecho a pensión y perdían su ahorro, se transforma en una desventaja comunicacional, al mostrar pensiones promedio de muy bajo monto al incluir personas que cotizaron muy poco tiempo. Incluso se incluye en este promedio a las madres que para acceder al bono por hijo ingresan a una AFP y cotizan sólo una vez.

Hay que buscar mecanismos para aumentar el ahorro, materia sobre la cual existe un diagnóstico ampliamente compartido, que se funda en la observación de los cambios en los últimos 30 años y que, aunque algunos son muy positivos, impactan negativamente en el monto de las pensiones.

Mencionemos algunos:

1) El promedio de expectativa de vida ha crecido en más del 40% (30 años las mujeres y 20 los hombres), lo que significa financiar una pensión de seis y casi ocho años adicionales.

2) La tasa de interés que se utiliza para el cálculo de la pensión bajó de 5% a 3%. Cada punto de menor tasa significa 11% de menor pensión. 3) El tiempo en que una mujer cotiza, en promedio, es 15,4 años, con los que tiene que financiar una pensión por 30 años; los hombres cotizan 21,8 años, para financiar 20 años.

Tengamos presente que la cotización es por 10% de la remuneración y la pensión a que se aspira es por un monto muy diferente.

4) La remuneración por la que se cotiza es muy inferior a la real. El 18% de las remuneraciones corresponde a rentas no imponibles. 5) Las remuneraciones han crecido a un ritmo sostenido de más de 3% al año, que se traduce en que los trabajadores cotizan por una remuneración menor a la que tienen al término de su vida laboral, y a cuyo monto aspiran se parezca su pensión.

Cuando las causas de la situación son tan evidentes -hay que financiar un período más largo de pensión-, parecería lógico actuar sobre ellas y buscar mecanismos para aumentar el ahorro. En vez de ello, se plantea como solución la creación de una AFP estatal. ¿Qué relación tiene una AFP estatal con las situaciones que hemos listado? ¿Va a mejorar la rentabilidad de las inversiones? ¿O la densidad de las cotizaciones? Ciertamente nada de ello va a ocurrir y, en cambio, se producirá una enorme frustración entre aquellos que, genuinamente, aspiran a mejorar el monto de sus pensiones.