La Tercera

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Señor Director:

Tiempos difíciles se han vivido en la Alianza. A diferencia de otras oportunidades, la tempestad se desató por un motivo "extrapolítico" y de fuerza mayor tan doloroso como impensable: la renuncia de Pablo Longueira por motivos de salud. Rápidamente cundieron la crispación y un ambiente donde se pensó que de todo lo arduamente construido ya no quedaría nada.

Sin embargo, hubo una diferencia clara con las verdaderas crisis de liderazgo; detrás del razonable ímpetu por la dignidad partidaria, todos sabían cuál era el límite que no se podía traspasar: a cuatro meses de la elección, no era viable llevar dos candidatos. Primaron el realismo y la fortaleza de la centroderecha chilena, que se traducen en que comparte un proyecto político plasmado no sólo en ideas sólidas, sino que también implementadas con éxito.

Hoy, la centroderecha puede mostrar una economía elogiada por las instancias internacionales, a pesar de la crisis global, con casi pleno empleo, con menos pobreza respecto del gobierno que la antecede y con cifras muy decidoras en materia de inversión extranjera. Hoy ese proyecto nuevamente se ha alineado detrás de una candidatura única. La centroderecha no ha sido nunca una mera coalición instrumental con propósitos electorales. Ha vivido, como toda coalición política, momentos de prosperidad y de dificultad, pero siempre ha sabido unir sin confundir y distinguir sin separar. En eso consiste la realidad de las buenas coaliciones. Para eso no hay que evitar los problemas, sino saber superarlos. Sin duda, la Alianza saldrá fortalecida.