El Mercurio
Señor Director:
El doctor Fernando Zegers Hochschild aconseja el aborto a la niña Belén -nombre del pueblo en que nació el Salvador del mundo, que logró sobrevivir a las "políticas públicas" de Herodes-, poniendo a su vista, a la de sus parientes y del Estado, muchas predicciones catastrofistas y amenazadoras para el caso de que no se siga su admonición. Firma su carta como perteneciente al "Programa de Ética y Políticas Públicas en Reproducción Humana" de la Universidad Diego Portales, y quiere hacer ver al Estado de Chile -asilo contra la opresión- que tendrá que responder por los males que se sigan a la niña Belén -que no quiere abortar porque es buena- y a su criatura si no impone el aborto.
Todo esto merece varios comentarios: en primer lugar, el título con que firma el doctor Zegers es preocupante. No puede haber "políticas públicas" en reproducción humana bajo el alero de la ética como no sean para proteger la natalidad, porque la familia, a la que la ley natural ha encargado la reproducción, es, por su fin, anterior ontológicamente al Estado, y sociedad más natural y necesaria que este, desde que el Estado se compone de los ciudadanos que procrea y educa la familia (Aristóteles, Ética Nicomaquea, 1162a). ¿Cómo podría entonces el Estado atribuirse la facultad de decidir sobre la vida de un niño que está por nacer? Para estos efectos cae también bajo el nombre de familia la que lo es imperfectamente, es decir, cualquier unión fecunda.
En segundo lugar, y antes que esto, ningún hombre puede sacrificar la vida de otro ni aun para evitar males supuestos o reales a la madre: la vida del hombre no es disponible para los seres humanos, porque no la hacen ellos sino en calidad de instrumentos y custodios, y solo puede disponer de la vida quien puede causarla, no como instrumento, sino como causa principal o independiente, o sea, Dios, quien cuando el justo Job se quejaba con fuerza de su dolor por las pruebas a que estaba sometido, pudo decirle: "¿Quién es este que empaña mi Providencia con sus imprudentes discursos?... Voy a preguntarte, respóndeme tú. ¿Dónde estabas al fundar Yo la tierra? Dímelo si tanto sabes... ¿Quién asentó su piedra angular entre las aclamaciones de los astros matutinos?"
Por último, no está de más recordar que el juramento hipocrático prohíbe a los médicos procurar el aborto, y que para nuestro Código Penal, este es delito, y quien provoca a delinquir se hace reo del delito que aconseja.
José Joaquín Ugarte Godoy. Profesor de Filosofía del Derecho y Derecho Civil. Ex profesor de Bioética UC.