Diario Financiero
El debate televisivo del lunes mostró una de las caras más débiles de la política. El proponer medidas sin justificar supuestos intereses de los electores que mueven a plantearlas.
¿Cuáles son los principios básicos que hay detrás de las propuestas? ¿Qué necesidades detectan de los votantes que fundan las medidas? Palabras como "igualdad", "justicia", "legitimidad", "ciudadano" no abordan los "por qué". Las personas tenemos el derecho y los candidatos el deber de explicitar por qué proponen lo que plantean; más que palabras cliché, lo que se espera es entender las finalidades que los movilizan a proponer una medida, las que debieran relacionarse con las necesidades humanas básicas que ellos entienden detectar como carentes de solución.
Los intereses están en un plano más profundo y pueden no ser claramente reconocidos por el candidato, pese a que existe una propuesta que supone anticiparlos... y esto es grave: el país está cansado de debates sobre fórmulas sin conocer las eventuales motivaciones que las guían.
Es indispensable que los postulantes expongan con datos concretos qué es lo que "escucharon" de la gente en sus periplos por el país; qué antecedentes objetivos recogieron para proponer las reformas y por qué ellos dicen representar el sentimiento general.
Pocos años atrás para triunfar bastaba algunas buenas propuestas cautivantes y la promesa de "hacer cambios". Hoy la ciudadanía necesita que estas soluciones estén ordenadas a finalidades perfectamente delimitadas. Y a esto habrá que agregar dos cualidades personales de los candidatos altamente valoradas por los electores.
En efecto, el candidato ganador será el que tenga un conocimiento experto en la materia que le permita, además de lo técnico, conjugar su proposición con el interés subyacente a cubrir. Las personas hoy se informan más y, lo que es de mayor relevancia, expresan con claridad lo que quieren y por qué quieren lo que piden a través de todos los medios disponibles; un candidato que muestre conocimiento profundo en los temas sensibles de la agenda de hoy -sistema tributario, educacional, previsional, asuntos valóricos entre otros- orientado a finalidades permanentes, cautivará a más electores.
Por último, los chilenos necesitamos propuestas que reflejan en el actuar de los que pretenden conducir los destinos del país, por lo que es indispensable que éstos tengan cualidades personales intachables. El propio comportamiento del candidato afecta el de los votantes, ya que la persuasión para conseguir el preciado voto es un continuo de acciones y reacciones; para tener opciones de convencer y así ser electo se requiere honestidad, cumplir la palabra empeñada y respetar los valores permanentes de la comunidad nacional. Es el desafío de los candidatos más allá de las propuestas.