El Mercurio
Señor Director:
Sólo unas observaciones finales a la última carta del profesor Squella:
I. No seguiré a mi distinguido contradictor en su incursión en el campo de la política reciente nuestra o cercana a nosotros, porque la pasión política nos puede cegar a todos: llevó según se dice, a los contrarios al Presidente Balmaceda, ciudadano eminente y gala de nuestra historia, a encargar a la fábrica de porcelanas se Sévres de la confección de bacinicas con la efigie del prócer para poder hacer sus necesidades sobre él; y puede llevar a negar la ley natural o aceptarla sin argumentos filosóficos, que son los que corresponden.
II. Aun supuesto que iusnaturalistas hubieran redactado normas injustas, como dice el profesor, esa circunstancia no desautorizaría el iusnaturalismo, como no desautoriza la prohibición de usar alargadores de la Superintendencia de Servicios Eléctricos el que sus oficinas estén llenas de ellos, como lo vio el suscrito hace años, cuando fue allá a buscar un ejemplar de la norma.
III. En todo caso, el profesor Squella me da la razón de nuevo, pues sin ley natural no podría él tildar de injustas las leyes de los sistemas políticos que recusa.
IV. Kelsen no habría podido tachar de injustas las normas de los regímenes políticos citados por Squella, como él quiere, porque dice explícitamente que no puede suponerse la existencia de valores absolutos, y en consecuencia no hay razón suficiente para declarar justo o injusto un determinado orden jurídico (Teoría Pura, Editorial Porrúa, ed.1991 p.78)