La Tercera

patricio zapata96x96

En los meses que vienen deberemos tomar decisiones claves. Los medios de comunicación deben contribuir a que éstas se adopten en un contexto de libertad y que sean el fruto de una ciudadanía informada.

Cuando decimos que Chile es una república democrática, no estamos solamente definiendo la forma de nuestras instituciones políticas. Estamos identificando y proclamando, además, uno de los valores que debe regir nuestra convivencia. Esto es, la idea según la cual todos estamos llamados a tener igual voz y voto en las decisiones fundamentales de la comunidad.

El valor de la igual dignidad de todas las personas y el derecho al autogobierno que se sigue del mismo, son entonces el núcleo del ideal de la democracia. Ahora bien, ese autogobierno de personas iguales supone, entre otras cosas, los derechos a tener opinión, a difundir esa opinión y a cambiar de opinión. Así, la democracia, junto con asegurar que se haga la voluntad de la mayoría, debe contemplar arreglos institucionales hospitalarios con el tipo de encuentro colectivo que permite la formación de una autentica opinión pública y que, eventualmente, hace posible que las minorías del presente puedan devenir en mayorías del futuro.

El encuentro colectivo a que aludimos recién requiere, a su vez, la existencia de una esfera pública, que es el espacio donde se reúnen y procesan los distintos intereses y visiones propios de una sociedad plural. Si bien la esfera pública puede asociarse a espacios físicos concretos y determinados (p.e. el Agora y la colina Pnyx en la Atenas de Pericles; el hemiciclo parlamentario, los salones y los cafés de la burguesía decimonónica; o las sedes sindicales, plazas, patios y paraninfos universitarios del siglo 20), ella comprende, en verdad, todo y cualquier medio que sirva para que grupos amplios de personas emitan y/o reciban comunicación (diarios, radio, televisión e internet).

En los meses que vienen deberemos tomar como país determinaciones trascendentales. Quisiera enfatizar la enorme responsabilidad que tienen los medios de comunicación a efectos que dichas decisiones no sólo se adopten en un contexto de libertad, sino que además sean el fruto de una ciudadanía informada. El desafío para los medios de comunicación consiste, entonces, en superar la lógica tóxica de las cuñas de Twitter y se aboquen a entregar antecedentes que ayuden a entender los problemas, y que otorguen espacio suficiente y equitativo para que puedan transmitirse los planteamientos más de fondo.

En este contexto, debe valorarse que medios como éste hayan decidido incluir secciones de debate de ideas de una extensión suficiente que le permitan al lector interesado ilustrarse debidamente. En la misma línea, cabe esperar que los programados debates televisivos previos a la elección primaria constituyan efectivas instancias de contrastación de puntos de vista y no la simple presentación secuencial de discursos. Sería interesante, además, que esos debates de televisión consideren fórmulas interactivas que fuercen a los precandidatos a responder preguntas inesperadas y difíciles. Sólo de esa manera estaremos garantizando una esfera pública que sirva efectivamente a nuestra democracia.