Diario Financiero

Una serie de interrogantes en las empresas ha generado la Norma de Carácter General 341 de la Superintendencia de Valores y Seguros sobre la autoevaluación de gobiernos corporativos. Y sin lugar a dudas, donde más dudas parecen existir por parte de las mesas de las compañías es en lo relativo al tiempo que dedica cada uno de ellos al ejercicio de su función.

Pese a que la norma no establece el tiempo que se debiera asignar, representantes del mundo corporativo aseguran que al consultar por la cantidad de horas que se dedica mensualmente al directorio las diferencias pueden prestarse para malas interpretaciones, tomando en cuenta la expertise profesional de cada director.

En el marco del seminario de “Nuevos desafíos para el directorio”, organizado por Deloitte y el Centro de Gobierno Corporativo de la UC, el director de empresas, Luis Hernán Paúl, sostuvo que si bien los directorios requieren de tiempo necesario para su funcionamiento, “las normas generales no son aplicables a todos”.

Por su parte, el también director, Fernando Barros, agregó que la norma 341 “es un manual más”, por lo tanto “hay empresas a las que les va a servir, pero tenerlo o no tenerlo no es necesariamente indicativo de que se es una buena empresa o no”, dijo el ejecutivo.

A su juicio, el sistema de autoevaluación “es un esquema poco libre, es un esquema muy dogmático y muy influenciado por una situación puntual”, como el caso La Polar.

Por su parte, el titular de la SVS, Fernando Coloma, defendió la normativa de buenas prácticas de gobierno corporativo en esta materia aduciendo que siempre es bueno dar sugerencias y que los directores sepan a qué atenerse. “Si hay un director que es capaz de hacer todo de buena forma y en la mitad del tiempo, sin duda está cumpliendo su función adecuadamente, pero esto es una orientación y si está sobre o bajo el promedio cada uno deberá ajustarse, pero esto es sólo una referencia”, explicó.

Mejores prácticas


El regulador sostuvo que con la autoevaluación los directorios se van a hacer preguntas que antes no se hacían y el compararse con sus pares “va a facilitar cambios y se verán los efectos de mercado, porque los inversionistas institucionales cada vez se van a preocuparse más de gobiernos corporativos”.

Agregó que, al momento de asumir un directorio es positivo tener referencias de cómo llevar el trabajo y además señaló que es valioso para el mercado saber que hay una preocupación sobre el tema.

Fraude en las empresas


Otro de los puntos que genera incertidumbre es el papel que juegan los directores en la detección de posibles fraudes. Al respecto, Coloma insistió en que la finalidad última del directorio no es esa, sino que “determinar si se hizo lo que razonablemente cabía esperar en la responsabilidad que tiene un director respecto a los medios necesarios como para ejercer un control”.

En ese sentido, planteó que en caso de concretarse un fraude, donde el directorio “hizo todo lo razonable, nadie lo culpará. En el caso de La Polar, las sanciones que se cursaron en su momento dejan bastante claro este punto”, señaló.

Por su parte, Barros planteó que hay que dejar que las cosas decanten, porque la norma está naciendo a partir de una contingencia y “los fraudes son una excepción en Chile”.