Roberto-Guerrero
Mercurio Legal

No cabe duda que el pasado año jurídico nacional estuvo marcado por temas trascendentes para el desarrollo del país. El 2012, vino a consolidar una tendencia que ya es una realidad en el ejercicio del derecho, como es la necesaria y urgente especialización de abogados en temas que hace diez años atrás parecían poco explotados.

No es casualidad que gran parte del debate público en materia jurídica haya girado en torno al área medioambiental, con casos como Río Cuervo, Bocamina o la central termoeléctrica Castilla; en conflictos de derecho público, materias de transparencia o responsabilidad del Estado.

En el ámbito del derecho laboral destaca la discusión de la denominada "semana corrida"; en otras áreas, los litigios en materia aduanera, tributaria y de libre competencia, sin dejar de lado, por cierto, asuntos corporativos, banca y finanzas, minería, telecomunicaciones, entre otros.

Los estudios jurídicos, pero también, las universidades ya están tomando sus resguardos. La contratación de profesionales especializados que permitan ofrecer una asesoría integral a sus clientes es una realidad y la formación de pre y postgrado —dicen— los expertos es fundamental para el actual escenario jurídico.

"Usted puede constatar que hace cincuenta años atrás la jurisprudencia se relacionaba con conflictos de carácter civil y de comercio. La Corte Suprema hoy debe pronunciarse sobre recursos de protección, temas medioambientales, de competencia aduanera, o cuestiones administrativas". Es, la nueva realidad, explica la presidenta del Colegio de Abogados, Olga Feliú.

Del abogado artesano al especialista

Quienes trabajan activamente en la profesión hoy día, pero que llevan años en el ejercicio concuerdan que ser abogado hace 15 o 20 años atrás era una tarea casi artesanal. Este moldeaba y daba atención a sus clientes en todo tipo de materias, sin importar el área del conflicto. Un mismo abogado podía atender temas de familia, comerciales o penales.

Sin embargo, dicen, eso cambió en parte con la proliferación de las escuelas y el número de abogados titulados año a año, con las nuevas demandas que impone el mercado, pero por sobre todo, con la modernización introducida a los procedimientos del sistema.

De acuerdo a información del Poder Judicial, 2 mil 776 profesionales del derecho juraron el último año ante la Corte Suprema. La cifra no deja de ser significativa sobre todo si se considera que las mallas curriculares y la formación del futuro abogado es —más o menos— la misma, independiente del plantel.

En su respectiva cuenta anual para el año, el presidente del máximo tribunal, Rubén Ballesteros, informaba que los tribunales del país habían recibido más 3 millones y medio de causas, y que las cortes de Apelaciones habían debido soportar un aumento sustancial —por ejemplo— en recursos de protección contra las isapres por alzas unilaterales en los planes de salud.

Aumentaron también, según se desprende de está última, causas en materias como los derechos humanos, familia y de cobranza laboral y previsional, entre otras, sin tomar en consideración lo que ocurría en tribunales especiales o cuestiones por ejemplo, sometidas a arbitraje.

Todos estos temas hoy requieren de abogados especialistas que aborden los problemas de sus clientes de manera integral. "En la vida profesional cada vez se observa que los abogados se especializan. Son temas requeridos por el mercado. Los estudios tienen que adaptarse", dice Feliú.

La opinión es compartida por los académicos. Para Roberto Guerrero, decano de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile "el ejercicio profesional se ha tornado cada vez más complejo, por cuanto —explica— ha existido un aumento importante de materias especializadas y de nuevos procedimientos, que exigen no sólo conocimientos de un alto nivel de especificidad, sino también de técnicas y habilidades que faciliten desempeñarse cumpliendo las expectativas del mercado empleador y de los clientes".

Para Miguel Schweitzer, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Finis Terrae, plantel que se ha mostrado partidario de la especialización desde el pregrado en las áreas de derecho público, litigación y corporativo, señala que este proceso comenzó a explotar definitivamente con la puesta en marcha progresiva de la Reforma Procesal Penal desde 2000 y hasta 2006, y que trajo consigo la oralidad en todo el país.

"No cabe duda que diferentes ramas del derecho han experimentado cambios sustanciales, partiendo por la más trascendente de todas que es la Reforma Procesal Penal (...) La oralidad está entrando y va a seguir penetrando en la litigación. Ya está incorporada en el derecho laboral, de familia, en el derecho aduanero, se acaban de crear los tribunales ambientales. Obviamente la enseñanza del derecho tiene que tomar una diferenciación de la manera tradicional", enfatiza el académico.

Efectivamente, el derecho cambió y con ello los abogados. Así lo grafica en la práctica, Alfredo Bañados, socio de Bañados, León & Cía., reconocida firma que presta asesorías en el ámbito laboral a empresas.

"Con la introducción de las reformas procesales, el abogado que tomaba cualquier causa o los llamados abogados cabeceras desaparecieron. Por ejemplo —explica— el derecho laboral que es muy dinámico y de mucho detalle, obliga a estar muy actualizado. Se debe trabajar de manera integral, pues un mal resultado para la empresa puede tener consecuencias insospechadas. El cliente viene a buscar soluciones", enfatiza.

Los desafíos

El 28 de junio de 2012 se publicó la ley N° 20.600 que crea los Tribunales Ambientales, como órganos jurisdiccionales especiales, cuya principal función es la de resolver las controversias medioambientales de su competencia y los demás asuntos encomendados por ley.

Destaca en su artículo 2°, que cada uno de ellos estará integrado por tres ministros. Dos de ellos, abogados con más de diez años de ejercicio profesional, con destacada actividad académica o profesional especializada en materias de derecho administrativo o ambiental; y el tercero, un licenciado en ciencias jurídicas con especialización en materias medioambientales y con, a lo menos, diez años de ejercicio profesional.

¿Qué hacer frente a esta realidad que incluso alcanza a la judicatura? Los especialistas concuerdan que frente a conflictos y nuevas problemáticas sociales, los abogados deben hacer un esfuerzo mayor por capacitación, sea esta en pre o post grado. Con ello —dicen— se hace indispensable pensar en un diplomado o maestrías dentro o fuera de Chile.

"Hemos creado cursos de especialización tanto a nivel de pre como de post grado y también de educación continua. En este aspecto, fuimos pioneros en desarrollar programas en derecho regulatorio, derecho de libre competencia, derecho de propiedad intelectual, gobiernos corporativos, derecho eléctrico y muchos otros que han permitido que miles de abogados hayan podido especializarse y actualizarse en las nuevas disciplinas", explica el decano Guerrero, en momentos que esta carrera cumple 125 años.

"Me parece que es natural y razonable que los estudios incorporen a abogados especialistas (...) Las especialidades deben impartirse en estudios de postgrado que es donde se dota al profesional de estas herramientas, pues cada vez la vida jurídica es más compleja", dice la presidenta del gremio, Olga Feliú.

"El ejercicio profesional de un litigante hace diez años atrás no tiene nada que ver con el ejercicio profesional de un litigante de hoy (...) Un abogado solo no puede defender en términos eficientes y racionales un caso complejo ante los tribunales. Uno cuando forma no puede dejar de tomar en cuenta este tipo de circunstancias", dice Schweitzer.

La rapidez de los nuevos sistemas procesales, en que en tres meses se obtiene sentencia, por ejemplo en materia laboral, obliga —según Bañados— a una actualización permanente. "Eso –explica- incluso es percibido por los jueces que también son especialistas en la materia, pues en su mayoría llegaron desde la dirección del Trabajo, con un bagaje de conocimientos detrás".

La solución —concuerdan todos— es la rápida adaptación de estudios jurídicos, mallas académicas y profesionalización de los servicios prestados. Los cambios en el derecho llegaron para quedarse y siguen avanzando con más rapidez de lo pensado.