Luego de superar el Coronavirus, el profesor de Derecho Constitucional UC recordó con cariño y nostalgia su paso por la Facultad y analizó el proceso constituyente que vive el país actualmente, con miras a redactar una nueva carta fundamental.
Con sus 79 años de edad y más de 50 años dedicado a la docencia de derecho público, el profesor de nuestra Facultad, José Luis Cea, continúa con una activa vida académica y profesional, dictando clases online de Derecho Político y Constitucional en el pregrado e investigando en esas mismas líneas. A pesar de que en sus inicios no optó por el Derecho como su carrera principal, entrando a estudiar Medicina en la Universidad de Chile, recuerda su paso por la UC con gran cariño y nostalgia, destacando la formación jurídica y humana que recibió de maestros y amigos.
La UC y su Facultad de Derecho “me dieron una formación jurídica bastante completa y actualizada; me abrieron horizontes para seguir estudiando por mi cuenta, investigando. Me demostraron que era posible seguir cumpliendo la máxima de que nunca es tarde para ser lo que podría haber sido, buscando nuevos horizontes para el Derecho”.
A pesar de su larga trayectoria académica, ha tenido que hacer frente no sólo a las implicancias de salud por el Coronavirus, sino también a la adaptación de la docencia online. El académico valora profundamente los esfuerzos que la Universidad y la Facultad han hecho para seguir impartiendo clases de la manera más integral posible, aunque asegura que la actividad presencial es insustituible. “Tarde o temprano yo espero que se vuelva al proceso pedagógico natural y más eficiente, que es la clase con alumnos presentes”.
Desde su definición de su carrera profesional, primero un pedagogo, en segundo lugar un juez, y en tercer lugar un práctico profesional, analiza el devenir del proceso constitucional que vive el país. El profesor Cea asegura que son necesarios algunos cambios, pero sin olvidar la historia republicana de Chile, “apreciando el esfuerzo de generaciones anteriores por consolidar un régimen de libertad, de justicia e igualdad que han hecho de Chile un país sobresaliente no solo en América, sino que en el mundo entero”.
El proceso constituyente lleva muchos años gestándose en el país, declara. No solamente a raíz del plebiscito del 25 de octubre recién pasado. “Yo tengo la experiencia que he reunido al cabo de los años y puedo decir que desde que entré a la Universidad, hace ya más de cincuenta años, estoy viviendo procesos constituyentes. La pregunta es por qué hay tanta confianza o tanta esperanza -casi ingenua podríamos decir- en que las constituciones van a mejorar la vida de los ciudadanos”.
Nuestra Constitución actual, agregó, “es la ley suprema con más reformas en la historia del constitucionalismo desde el Siglo XVII; ha sido muy trabajosamente elaborada y contiene 73 reformas, lo que la hace completamente democrática y ajustada a las demandas de la población, de manera que es plenamente legítima”.
Sin embargo, “se piensa que al modificar la Constitución vamos a vivir mejor, a abundar en riqueza y a prosperar como país. Eso es completamente falso, es un error, no se debe pensar así ni se debe enseñar eso, porque eso es populismo, demagogia, una irresponsabilidad, es exponer a las constituciones como varitas mágicas que transforman la vida del pobre en rico y al rico lo hacen más solidario y generoso. Eso no se logra a través de un libro, por importante que éste sea, sino que se hace enseñando, inculcando valores, obligando a respetar y a entenderse con el prójimo”.
Explicó que, a su parecer, la Constitución actual tiene muchos aspectos que debe mejorar, pero que la clave está en encontrar una fórmula política que signifique superar la crisis permanente que existe entre la Presidencia de la República y el Congreso Nacional.
“El sistema electoral que nos rige es deficiente. Si hemos terminado con un sistema de representación proporcional que ha permitido que parlamentarios que no tienen representación adecuada lleguen al Senado o a la Cámara de Diputados, en un papel bastante ridículo de populismo y demagogia, que están haciendo de líderes y caudillos en circunstancias que no lo tienen”. Por otro lado, agregó, el presidencialismo chileno ha demostrado que ha sido, bastante progresista y adecuado. Sin embargo, se deben hacer ajustes: “es exagerada la autonomía que tiene el Presidente con tantas atribuciones, y también que sea fortalecido el Parlamento, pero con un sistema electoral que permita que el Congreso Nacional tenga una verdadera y legítima representación popular”.
En materia de derechos, agregó, se pueden enriquecer los derechos humanos, por ejemplo, con derechos de tercera y cuarta generación: el derecho a la paz, el derecho al desarrollo, el derecho a la protección del medio ambiente. Se puede proteger la dignidad humana reconociendo que hay derechos como el derecho a la vida en todo momento, a la identidad personal y a la capacidad de manifestarse como ser humano en igualdad de condiciones y oportunidades. Existen otros derechos como el derecho a la función social del dominio que sea más efectivamente regulada, el derecho a que las aguas se destinen preferentemente al consumo humano y otra serie de atribuciones de esa naturaleza. “Una hoja en blanco no puede ser la pauta para una nueva Constitución”, comentó.
Convención Constituyente
Consultado sobre la composición de la Constitución Constituyente, el profesor Cea explica que “lo lógico es que sean personas que entiendan qué es una Constitución y cuáles son sus posibilidades. Para eso es necesario comunicarse, conversar, dialogar y reunir el quorum de dos tercios que se exige en el acuerdo del 15 de noviembre”.
Sobre las cualidades que deben poseer los miembros, el profesor UC esgrime que tienen que ser personas humildes, reconociendo que la ciencia del Derecho Constitucional es compleja y no se puede manejar de la noche a la mañana. En segundo lugar, deben ser personas de buena voluntad, de buena fe para entenderse con los demás. Además, deben prepararse, no solamente para la elección del 11 de abril, sino también para lo que va a ser un año y más todavía, de discusiones y debates en esa convención constitucional. Y, por último, señala que hay que tener un sentido de la historia. “La historia hay que valorarla, apreciarla, porque sin historia no hay experiencia y sin experiencia se cometen muchos errores”, afirmó.