La Tercera

Jorge Sahd 158x1583

¿Importa para Chile ser un país creíble en el mundo? Esta es una pregunta que cabe hacerse a partir del artículo 135 de la Constitución, que obliga al futuro texto constitucional a respetar los tratados internacionales ratificados por Chile y vigentes.

La llamada “cláusula de límites” no hace sino confirmar un marco de acción lógico: que la Convención debe cumplir las obligaciones internacionales que el Estado de Chile ha contraído en el sistema internacional. Tanto así que, aunque no existiera en los constituyentes deberían tener a la vista la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados y el hecho que el respeto del Derecho Internacional es uno de los principios fundamentales de nuestra política exterior.

La visión “unilateral” y “revisionista” que pretende culpar a los tratados internacionales como obstáculos para el proceso constituyente comete tres errores básicos.

Primero, todos los estados que forman parte del sistema internacional están dispuestos a limitar el ejercicio de su soberanía, beneficios que significa integrarse con otros. Si Chile se obliga en un tratado, hay otra parte que también lo hace: ambas se benefician delo pactado. Segundo, si el Derecho Internacional no generara una responsabilidad básica de los estados, sería meramente declarativo; así las relaciones internacionales serían inestables y poco pacíficas. Por último, muchos tratados contemplan mecanismos para ser revisados, modernizados e incluso vías de salida, como la denuncia en el caso de los comerciales.

La discusión trasciende lo jurídico: ¿por qué es conveniente seguir siendo un actor serio y confiable en el concierto internacional? Como país mediano, Chile necesita al mundo. Para crecer económicamente, para promover valores como los derechos humanos, para enfrentar problemas globales como pandemias, o para atraer inversión tan necesaria como las energías limpias, entre otros. Chile es respetado a nivel internacional porque cumple sus acuerdos y ha construido una reputación de país estable y previsible en sus relaciones internacionales. Sería difícil que sin esa seriedad Chile hubiese sido elegido por Sinovac para instalar una planta de producción de vacunas, o que tengamos la mayor disponibilidad de dosis en América Latina. Tampoco sería probable que potencias como Estados Unidos o China hubieran elegido al país como uno de los primeros del continente para firmar acuerdos comerciales. O que tengamos a chilenos liderando distintas instancias internacionales.

Nada de esto es casualidad: responde a una reputación de país serio, que honra sus compromisos internacionales y que define su política exterior como “política de Estado”. Y esa credibilidad se ha traducido en beneficios concretos para el país. En suma, más allá de lo jurídico, existen razones de sobra para respetar el artículo 135 y continuar la senda que Chile ha recorrido las últimas décadas.

Descargar imagen