El Mercurio

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Días antes de las Fiestas Patrias, la nueva presidenta del Tribunal Constitucional (TC), Marisol Peña, recibió un e-mail con una triste noticia: Alejandro Silva Bascuñán, uno de sus maestros en la Escuela de Derecho de la UC, había fallecido.

Conoció a Silva, destacado constitucionalista y formador de generaciones de abogados, cuando ingresó a la universidad, a fines de los 70. "La primera clase que tuve fue con él", recuerda la sucesora de Raúl Bertelsen en el TC.

Primero fue ayudante en la cátedra de Silva y más tarde colaboró con él en su bufete: "Trabajé no menos de ocho años estrechamente vinculada a él. Fue un maestro. Impartía conocimientos y se preocupaba de contagiar a sus alumnos el entusiasmo por esta profesión y darles consejos". Uno de ellos era que cada mañana, después de lavarse los dientes, la primera obligación de todo abogado es leer el Diario Oficial.

El jueves de esta semana, Marisol Peña cumplió un mes a la cabeza del TC. Llegó al cargo después de cinco votaciones consecutivas en las que ella y su colega Carlos Carmona empataron. Un acuerdo permitirá que ambos ejerzan sucesivamente la presidencia por un año.

Nunca antes una mujer había alcanzado ese puesto: "Es un orgullo y es un honor. Representa un hito, porque a quienes desempeñamos responsabilidades públicas nos cuesta tremendamente compatibilizar los distintos roles que son propios de la mujer", reflexiona.

Sus tres tareas

-¿Cómo ha transcurrido su primer mes en la presidencia del TC?

-Mi primer mes ha estado dedicado fundamentalmente a elaborar un diagnóstico, junto con los ministros, de algunos procesos que es necesario reorientar, corregir o profundizar.

-¿Cuáles son los desafíos que se ha impuesto?

-Un tribunal con 40 años tiene asentados muchos procesos, pero me parece a mí que ellos son perfectibles, fundamentalmente desde la perspectiva de la transparencia. Siempre se puede avanzar en la comunicación del quehacer del tribunal hacia la opinión pública y la comunidad jurídica especializada. Otro desafío es incrementar e incentivar el proceso de apertura que ha tenido el TC hacia la sociedad en los procesos de inconstitucionalidad. El tribunal ha abierto la posibilidad de que todos aquellos sectores interesados en allegar alguna opinión al TC puedan hacerlo. En tercer lugar, hay un desafío de revisar la estructura de la sentencia para que ella sea más comprensible, tanto desde el punto de vista de la coherencia jurisprudencial, como también en lo que se refiere a la uniformidad de las resoluciones.

Rechaza críticas por papel del tribunal en la UP

-El TC fue creado a partir de una iniciativa del ex Presidente Frei Montalva. ¿Qué rol cumplió en la Unidad Popular?

-El 10 de septiembre se ha cumplido un aniversario más de la instalación del primer TC (creado en 1970). Ese tribunal, que funcionó hasta noviembre de 1973, alcanzó a dictar apenas 17 sentencias. Y ha sido criticado porque para muchos no estuvo a la altura de lo que se habría requerido, particularmente desde el punto de vista del resguardo del Estado de Derecho.

-¿Usted comparte esa mirada?

-No. El TC fue creado para dirimir conflictos de competencia entre el Ejecutivo y el Legislativo, por lo tanto, cuando le daba la razón a uno u otro estaba ejerciendo su función. Segundo, me pregunto yo hasta qué punto una institución como el tribunal, en un período que fue particularmente delicado, podía de verdad cumplir un rol diferente.

-La Junta Militar suprimió el TC en noviembre de 1973 por "innecesario"...

-Los tribunales constitucionales están llamados a funcionar para fortalecer la democracia y el Estado de Derecho. En aquellos tiempos difíciles de la vida del país, ninguna de las dos condiciones estaba dada.

-La Constitución de 1980 restauró al Tribunal. ¿Qué papel jugó en ese período?

-Algunas de las decisiones del tribunal de la segunda etapa (creado en 1981) han sido revisadas por el que integro y hoy presido. Sin embargo, aparte de aquello, que es natural en el desenvolvimiento de cualquier función jurisdiccional, me parece a mí que hay que reconocer la tremenda labor que cumplió el TC en la etapa de restauración democrática. Cuántas veces se ha citado el famoso fallo rol 33 (del año 1985), que en síntesis permitió que pudiera funcionar el Tricel para poder evaluar y calificar el plebiscito (de reformas constitucionales) que se realizó en 1989 y que no se tuviera que esperar hasta la primera elección de diputados y senadores.

-¿Cuál ha sido el rol de este organismo en democracia?

-La labor que ha cumplido en el proceso legislativo es trascendente. Esta orientación de la actividad legislativa, tiendo a pensar que ha sido muy importante para el correcto ejercicio de esa función y el funcionamiento del Estado de Derecho.

-¿Qué apreciación tiene de la reforma constitucional de 2005, que dio más facultades al TC?

-Esa reforma fue vital. Se trató de unificar en un solo órgano los criterios que existen respecto de la constitucionalidad de las leyes. Esto produce un valor tremendamente importante para las personas y para el funcionamiento de las instituciones: la certeza y seguridad jurídica de qué es la Constitución y cuál es su alcance.

-Hasta 2005, el Tribunal tenía siete y no diez miembros. Ello evitaba que se dieran empates como los que hubo en la última elección. ¿Debería buscarse una fórmula para impedir que esa situación se repita?

-Existe ya un proyecto iniciado en el Congreso sobre ese punto. Por el respeto que me merece la actividad legislativa y porque eventualmente este tipo de materias van a llegar a control acá, no quisiera emitir una opinión.

-Antes de su elección, su colega Francisco Fernández advirtió que el empate persistente "no era edificante". Luego usted subrayó que el acuerdo alcanzado era una "señal de unidad y proyección". ¿Las sucesivas igualdades dañaron la imagen del TC?

-Lo que aquí ha sucedido es simplemente la muestra de cómo en toda institución humana existen matices y formas de ver las cosas. Sabíamos que la sucesión de empates debía ser decantada de alguna manera, con una posibilidad similar de las dos opciones que habían estado en juego, y eso es lo que explica la solución a la cual se arribó.

-También planteó que una de sus prioridades será "mejorar el clima interno del tribunal". ¿Incidió ese factor en los empates?

-No. Me refería a una consideración general. Siempre se puede hacer más para que un tribunal trabaje más cohesionado. No fue una constatación de que existieran divisiones al interior del tribunal, sino más bien la aspiración de que yo pudiera contribuir a ser un factor de unidad.

-Desde la oposición se ha planteado la idea de modificar la Carta Fundamental a través de una asamblea constituyente. En su cuenta de 2012, el ex presidente Bertelsen planteó que el TC es "garante" de la misma norma.

-Absolutamente, es garante de la Constitución, como todos los órganos del Estado son garantes de la institucionalidad. Hoy, el TC está como cualquier otro miembro de la sociedad simplemente observando el panorama y habrá que ver en qué se traducen todas estas tentativas.

-Una de las propuestas apunta a que la asamblea constituyente sea convocada a través de un decreto supremo presidencial. ¿Es posible?

-Me enfrenta a una respuesta que no puedo dar, porque entre las atribuciones del TC también está examinar eventualmente la constitucionalidad de los decretos supremos, hasta de los que convoquen a plebiscito.

-Algunos dicen que esos decretos no están sujetos a la revisión del TC.

-Hay una atribución específica contenida en el artículo 93 de la Constitución que le permite precisamente al TC pronunciarse sobre decretos supremos que convocan a plebiscitos.

-Se ha dicho, además, que la revisión del decreto en el TC solo debería darse si se pide desde el Congreso.

-Hay distintas lecturas y miradas. Yo me quedo con la atribución constitucional. No me puedo pronunciar sobre los procedimientos, pero si estamos hablando concretamente de un decreto supremo que convoca a plebiscito, yo digo que el TC tiene facultades para pronunciarse sobre decretos que convocan a plebiscitos.