Expertos realizaron una reflexión profunda sobre el impacto en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los estudiantes, así como el bienestar y desarrollo de la vida familiar.

El Centro UC de la Familia en colaboración con el Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología y el Centro UC de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación, realizó el 9 de agosto el conversatorio Perspectivas y retos sobre el uso de dispositivos móviles en los establecimientos educacionales, en el que se abordaron los riesgos y desafíos asociados al uso de pantallas en contextos educativos.

La inauguración estuvo a cargo de la profesora y directora del Centro UC de la Familia, Carolina Salinas, y de la investigadora del mismo centro Nicole Elizondo, quienes expusieron los principales hallazgos de un estudio realizado en 2024.

El uso excesivo de las pantallas afecta la atención, memoria y la capacidad de adquirir nuevas herramientas de aprendizajes, y eso también afecta, de una forma u otra, en la salud mental. Y eso se está viendo hoy, sobre todo en los adolescentes, donde existen trastornos de ansiedad, depresión y problemas de frustración, todos asociados al exceso de pantalla”, sostuvo Elizondo.

Respecto a cómo deberían ser utilizadas las pantallas, Elizondo agregó que “lo ideal es que sean una herramienta colaborativa y no tanto de dependencia (…), porque la idea no es suplir las habilidades sociales; hay habilidades muy valiosas que se pierden por una pantalla, como dibujar, pintar o conversar”.

En cuanto al monitoreo parental, la profesora Salinas destacó que “no puede ser dado por adultos que desconocen el efecto de las pantallas o por quienes no pueden controlar el uso de las pantallas en sus vidas.

Lo importante, destacó Salinas, es que “se hace esencial apoyar a la familia en el aprendizaje propio de los adultos y de los niños, para que este aprendizaje permita un acompañamiento en el uso y en la regulación de esos dispositivos”. Además, sostuvo que “por otro lado, cuando se produce el encuentro de lo que es el ámbito familiar y escolar, que exista el espacio para alinear expectativas de los usos entre la familia y la escuela”.

A continuación, se dio inicio al panel de debate y reflexión, en el que participó la directora del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación, Magdalena Claro, y el profesor y subdirector del Programa de Derecho, Ciencia y Tecnología, Matías Aránguiz.

En su ponencia Prohibir es renunciar a educar: la urgencia de promover una educación digital, Claro destacó cómo la digitalización de nuestras vidas va desafiando al sistema educativo y cómo se debe preparar a las nuevas generaciones a desenvolverse en un mundo cada vez más digital.

Si nos enfocamos en prohibir, renunciamos a acompañar y preparar (…). El mundo, efectivamente, se complejizó con las plataformas digitales. Entonces, hoy en día, como madres, padres, educadores, no sólo tenemos que acompañar en el mundo físico, sino que también acompañar en el mundo digital, y eso implica entenderlo y conocerlo”, señaló.

Por su parte, Aránguiz presentó una ponencia titulada Exploradores solitarios: niños en la anarquía de internet, en la que identificó los riesgos que tienen los niños de participar en un mundo digital sin normas.

Jurídicamente es muy difícil enfrentarse, porque no hay una regulación ni una capacidad de ejecutar normas. Tampoco hay identificabilidad del sujeto pasivo, ni historial en la principal forma de acceso a información que están teniendo los niños. Tenemos que ponernos a pensar cuál es el riesgo real que tenemos como sociedad”, concluyó.

Finalmente, el conversatorio terminó con un espacio de preguntas interactivas, donde los asistentes pudieron plantear consultas a los expertos sobre los desafíos y problemáticas de esta materia.